Millones de personas que padecen osteoartritis de rodilla se han enfrentado durante mucho tiempo a opciones limitadas de alivio, y a menudo dependen de medicamentos con eficacia menguante o se someten a cirugías que implican largos períodos de recuperación. Sin embargo, un ensayo clínico reciente presentado en la reunión anual de 2025 de la Sociedad Estadounidense de Oncología Radioterápica en San Francisco revela una alternativa prometedora: la radioterapia en dosis bajas.
En este estudio controlado con placebo, los investigadores observaron una notable reducción del dolor y una mejora funcional en pacientes con osteoartritis de leve a moderada después de un solo ciclo de radioterapia en dosis bajas. Este tratamiento, que administra menos del 5% de la radiación utilizada habitualmente en la terapia contra el cáncer, se llevó a cabo en seis sesiones cortas repartidas en varias semanas. Sorprendentemente, muchos participantes comenzaron a experimentar beneficios mensurables en tan sólo cuatro meses.
El concepto de utilizar radiación para aliviar el dolor articular puede parecer contradictorio al principio, si no potencialmente peligroso. Sin embargo, algunas partes de Europa (especialmente Alemania, Austria y España) han utilizado este enfoque durante años para tratar enfermedades degenerativas de las articulaciones. Por el contrario, la concienciación y los ensayos clínicos rigurosos son escasos en Estados Unidos y Asia. Este estudio, dirigido por investigadores de Corea, proporciona evidencia sustancial que respalda la seguridad y el potencial transformador de la radioterapia en dosis bajas.
En el estudio participaron 114 adultos diagnosticados con osteoartritis de rodilla moderada o leve en tres hospitales universitarios de Corea del Sur. Los participantes fueron asignados aleatoriamente para recibir un placebo (tratamiento simulado), una dosis muy baja de radiación (0,3 Gray) o una dosis mínima aumentada (3 Gray). Aunque todos los pacientes se sometieron a seis sesiones similares a la radioterapia convencional, sólo los grupos de tratamiento activo recibieron la terapia real.
Después de cuatro meses, un impresionante 70% de los participantes del grupo 3 Gray mostraron una mejora significativa en al menos dos de las tres áreas principales: dolor, función física y evaluación del estado físico general. Esto contrasta marcadamente con la tasa de mejora del 42% reportada en el grupo de placebo, como lo destacó el Dr. Byoung Hyuck Kim, investigador principal y oncólogo radioterapeuta del Centro Médico Boramae.
Los resultados fueron sorprendentes: los participantes informaron una reducción de la rigidez y una mejor movilidad, incluso bajo pautas limitadas de analgésicos. Para garantizar que las mejoras observadas provinieran directamente de la propia radioterapia, durante el ensayo sólo se permitió el paracetamol, prohibiendo el uso de AINE, opioides o inyecciones de esteroides.
Aunque la radioterapia suele asociarse principalmente con tratamientos contra el cáncer, también se utiliza para el dolor articular en otras partes del mundo y está respaldada por directrices clínicas. Las dosis extremadamente bajas utilizadas conllevan un riesgo insignificante de complicaciones a largo plazo, ya que las articulaciones como la rodilla están a cierta distancia de los órganos vitales.
A pesar de su uso establecido en el extranjero, la radioterapia en dosis bajas sigue sin ser reconocida en los EE. UU. y partes de Corea debido a una falta histórica de datos sólidos. Los estudios anteriores a menudo carecían de medidas de control adecuadas o eran de naturaleza observacional, lo que nublaba la distinción entre los efectos del placebo y los verdaderos beneficios del tratamiento. Este último estudio, con su riguroso diseño de control simulado y estrictos protocolos de manejo del dolor, proporciona claridad en la evaluación de la efectividad del tratamiento, un factor esencial al evaluar las intervenciones para la osteoartritis.
Aunque la radioterapia no regenera el cartílago ni revierte el daño articular extenso, ofrece una valiosa oportunidad para los pacientes en etapas tempranas a moderadas donde la inflamación contribuye significativamente a sus síntomas. «Esto no es una cura», señaló el Dr. Kim, «pero podría ganar tiempo. Podría retrasar la cirugía durante años para algunos pacientes y ayudar a otros a evitar la cirugía por completo».
Destacó la importancia de la toma de decisiones compartida en los planes de tratamiento y sugirió que la radioterapia en dosis bajas debería complementar, en lugar de reemplazar, otras medidas conservadoras como el control del peso y la fisioterapia.
Esta prometedora vía de tratamiento ofrece esperanza a innumerables personas que luchan contra el dolor crónico: una alternativa muy necesaria para quienes consideran que los AINE son intolerables o cuyos tratamientos de inyección anteriores no han proporcionado un alivio adecuado. La radioterapia en dosis bajas podría servir como una opción rejuvenecedora en el tratamiento del dolor crónico, brindando a los pacientes una segunda oportunidad de tener una mejor calidad de vida.