Una nueva investigación muestra que el agua embotellada contiene altos niveles de nanoplásticos, lo que provoca problemas de salud


En diversos entornos, como cocinas, gimnasios y lugares de trabajo, el agua embotellada se considera desde hace mucho tiempo una alternativa limpia y segura al agua del grifo. Sin embargo, una investigación reciente cuestiona esta suposición y revela el alcance de la contaminación plástica en las marcas populares de agua embotellada. Un estudio publicado en el Actas de la Academia Nacional de Ciencias revela una asombrosa media de 240.000 partículas de plástico por litro de agua embotellada, de las cuales aproximadamente el 90% están identificadas como nanoplásticos.

Estos nanoplásticos, de menos de un micrómetro, pueden atravesar las membranas celulares y acumularse en los órganos humanos. Este estudio marca un progreso significativo en la identificación de estas partículas, que anteriormente se pasaban por alto a pesar de la presencia conocida de microplásticos más grandes en el agua embotellada.

Los hallazgos desafían las opiniones existentes sobre los procesos de filtrado destinados a garantizar la seguridad del consumidor. De todas las marcas analizadas, solo una no mostró contaminación plástica detectable, lo que generó preguntas alarmantes sobre las prácticas actuales de embotellado y su efectividad para proporcionar agua pura.

Los nanoplásticos, que a menudo no pueden detectarse por medios convencionales, se han encontrado en una variedad de entornos, incluida la nieve del Ártico e incluso las placentas humanas. Los científicos están cada vez más preocupados por su impacto biológico porque su pequeño tamaño les permite interactuar con los sistemas biológicos de formas impredecibles. Wei Min, profesor de química, señaló que estas partículas pueden imitar los nutrientes, aumentando la posibilidad de interacciones dañinas en el cuerpo.

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Utilizando una nueva técnica de imágenes, los investigadores pudieron identificar con precisión los tipos de plástico encontrados, rastreando la contaminación hasta las botellas, las tapas e incluso los procesos de filtración. Sorprendentemente, incluso se descubrió que métodos como la ósmosis inversa contribuyen a los niveles de nanoplásticos a medida que las membranas de filtración se desgastan.

Las implicaciones para la salud de los nanoplásticos siguen siendo en gran medida inciertas, pero se están estudiando activamente. La investigación preliminar sugiere que pueden alterar las bacterias intestinales, causar inflamación y liberar toxinas en los tejidos. Es alarmante que ya se hayan encontrado nanoplásticos en placas de las arterias carótidas de humanos, lo que genera preocupación sobre su papel en la salud cardiovascular. Otros estudios han relacionado la exposición al plástico con problemas graves como la alteración endocrina y el deterioro cognitivo.

La naturaleza ubicua de los nanoplásticos va más allá del agua embotellada; También se han descubierto en mariscos, sal y verduras, lo que aumenta la urgencia de comprender las rutas de exposición. En Estados Unidos, el consumo de agua embotellada supera los 15 mil millones de galones al año, lo que pone de relieve la necesidad de investigar lo que muchos consideran una opción más segura.

Este problema se extiende a los entornos médicos, donde la exposición a los plásticos suele ser inevitable. Las investigaciones actuales están investigando la presencia de nanoplásticos en suministros médicos como líquidos intravenosos y bolsas de sangre. Los primeros hallazgos sugieren que los pacientes, especialmente aquellos con sistemas inmunológicos debilitados, pueden recibir, sin saberlo, infusiones directas de estas partículas dañinas.

Debido a que no existe un umbral regulatorio establecido para los micro o nanoplásticos en el agua potable en los EE. UU. y en la mayoría de las otras regiones, las preocupaciones sobre la contaminación plástica siguen sin resolverse. La Organización Mundial de la Salud reconoce los riesgos potenciales pero cita datos insuficientes para establecer directrices definitivas. Mientras tanto, las proyecciones indican que la producción de plástico seguirá acelerándose y podría triplicarse para 2060, aumentando los riesgos ambientales y para la salud asociados con la exposición al plástico.



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