El presidente Donald Trump se embarcará en una importante misión diplomática a Japón y Corea del Sur la próxima semana, con el objetivo de solidificar promesas de al menos 900 mil millones de dólares en inversiones en fábricas estadounidenses, un gasoducto de gas natural y varios otros proyectos. Estas promesas financieras, hechas en agosto, fueron parte de una estrategia para convencer a Trump de reducir los aranceles planeados del 25% al 15%. Sin embargo, a medida que el inminente viaje se acerca, estos compromisos parecen menos concretos y más como cabos sueltos que un financiamiento garantizado para las industrias estadounidenses.
Japón ha comprometido 550 mil millones de dólares en inversiones, pero requiere que estos fondos beneficien específicamente a las empresas japonesas. Esta disposición se describió en un memorando publicado en septiembre. Tras el nombramiento de un nuevo primer ministro, Sanae Takaichi, que respeta a Trump pero encabeza un gobierno de coalición no probado, el alcance del compromiso de Japón sigue siendo incierto. Mientras tanto, Corea del Sur ha prometido 350.000 millones de dólares, dependiendo de la obtención de una línea de cambio de divisas por dólares estadounidenses para facilitar la inversión y garantizar préstamos. Este acuerdo es crucial para Corea del Sur, que teme que sin tales mecanismos financieros su propia economía se vea afectada.
Estas propuestas de inversión están inusualmente estructuradas en el marco del comercio internacional. Trump insiste en que tiene supervisión directa de los procesos de inversión para poder decidir qué proyectos reciben financiación. A pesar de semanas de discusiones, no se han logrado avances significativos hacia la realización de estas inversiones, incluso cuando tanto Japón como Corea del Sur han expresado su deseo de fortalecer sus relaciones con Estados Unidos.
En sus declaraciones a los senadores republicanos, Trump transmitió optimismo de que sus políticas arancelarias hayan conducido efectivamente a estas inversiones, que, según él, presagiarán un auge económico el próximo año. Enfatizó que sin estos aranceles no se habrían alcanzado los acuerdos, alegando que “aranceles equivalen a seguridad nacional”.
Las inversiones también tienen un propósito estratégico para Trump mientras se prepara para una reunión planificada con el líder chino Xi Jinping durante su visita a Corea del Sur. El representante comercial de Estados Unidos, Jamieson Greer, describió el enfoque del presidente como uno destinado a «fomentar la inversión aliada en el futuro industrial de Estados Unidos» para contrarrestar las crecientes capacidades de los fabricantes chinos. Sin embargo, los expertos advierten que presionar a los aliados para que inviertan en Estados Unidos podría debilitar inadvertidamente sus posiciones frente a China, dada su proximidad geográfica y su competitividad en industrias de alta tecnología.
Dado que ambos países están ansiosos por resolver cualquier obstáculo asociado con estas inversiones, existe la posibilidad de que Japón y Corea del Sur tomen medidas proactivas para avanzar en las conversaciones con la administración Trump. Un ejemplo que ilustra la voluntad de Japón de acceder a las demandas de Trump incluye el acuerdo de Nippon Steel para adquirir US Steel. Trump inicialmente se opuso a la fusión, pero luego la aprobó durante las negociaciones que dieron al gobierno estadounidense cierto control sobre la nueva entidad. Se espera una dinámica similar con la inversión de 550 mil millones de dólares de Japón, que podría permitir a las autoridades estadounidenses participar en la selección de proyectos.
Por otro lado, Corea del Sur continúa enfrentando desafíos para finalizar su acuerdo de inversión, especialmente porque los aranceles estadounidenses sobre sus exportaciones de automóviles siguen siendo un tema polémico. Los funcionarios surcoreanos desconfían de las demandas estadounidenses de pagos anticipados que podrían amenazar su estabilidad económica. En su lugar, han propuesto proporcionar dinero de inversión a través de préstamos y garantías. Después de conversaciones con representantes estadounidenses, los funcionarios surcoreanos expresaron optimismo sobre la posibilidad de llegar a un acuerdo que sirva a sus intereses económicos.
En particular, las recientes actividades de control de inmigración de Estados Unidos, incluida una redada en una fábrica de automóviles Hyundai en Georgia que resultó en el arresto de más de 300 surcoreanos, han tensado las relaciones bilaterales. Las autoridades surcoreanas están pidiendo una mejor protección para sus trabajadores en Estados Unidos, especialmente porque la administración Trump ha indicado que está dispuesta a otorgar visas de corto plazo o exenciones a trabajadores coreanos para ayudar a construir instalaciones industriales en Estados Unidos.
Si bien Trump insiste en que sus aranceles generarán nuevas inversiones significativas que impulsarán la creación de empleo en Estados Unidos, continúa enfrentándose al complicado equilibrio entre proteger los intereses estadounidenses y navegar en complejas relaciones internacionales.



