Donald Trump ha revivido las promesas de venganza que hizo una nueva vida durante su campaña electoral y está en peligro de expandir sus poderes fuera de Washington. El FBI recientemente registró la casa de John Bolton, quien fue su asesor de seguridad nacional y se convirtió en crítico de la administración y describió su liderazgo como «la presidencia de la venganza».
Desde su llegada al poder, Trump y su equipo han realizado investigaciones contra una serie de oponentes políticos. Entre ellos se encuentran el Fiscal General de Nueva York, Letitia James, por un caso de fraude relacionado con la Compañía Trump; El senador demócrata Adam Schiff, quien señala a Trump que ha liderado su primer proceso político; Y el representante de Nueva Jersey, Lammonica Mciver, por su papel en una protesta de inmigración. Del mismo modo, el ex gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, también es investigado, el último como un candidato potencial para el alcalde de Nueva York.
Trump ha pedido investigaciones a otros miembros de su administración, como Miles Taylor, quien criticó sus tendencias autoritarias en un libro, y Chris Krebs, quien aseguró que las elecciones de 2020 estaban seguras, lo que le valió el rechazo del ex presidente. Estas acciones parecen ser parte de las represalias que Trump había prometido después de estar sujeto a varias acusaciones durante su mandato anterior, incluidos aquellos con respecto a su intento de cancelar los resultados de las elecciones de 2020.
En respuesta a estas tensiones, Abigail Jackson, portavoz de la Casa Blanca, defendió la posición de Trump y acusó a la administración de Joe Biden de usar el gobierno como arma contra sus oponentes. Según ella, Trump está en un intento de recuperar la «ley y el orden».
Además de la investigación, Trump ha movilizado al ejército en varias ciudades estadounidenses para abordar el crimen y para apoyar las operaciones de inmigración. Ha utilizado tropas de la Guardia Nacional en la capital del país y en otras áreas problemáticas que han generado una alarma entre los demócratas y activistas que temen que estas acciones se usen para intimidar a los oponentes políticos y consolidar su poder.
La combinación de investigaciones judiciales y la presencia militar en las calles ha aumentado las comparaciones históricas en los regímenes autoritarios. Algunos analistas han advertido que estas tácticas están pensando en períodos oscuros de la historia al combinar la amenaza de persecuciones con la militarización del entorno urbano.
En un contexto más amplio, Trump usó sus poderes en otras áreas para silenciar las críticas. Esto incluye tratar de ejercer el control de la Reserva Federal y rechazar a los fiscales federales que persiguieron casos durante la administración. También propuso investigar la administración de Barack Obama y ha cuestionado la jurisdicción de ciertos fiscales, lo que demuestra un enfoque agresivo contra aquellos que desafían su autoridad.
Mientras tanto, el actual vicepresidente, JD Vance, declaró que las acciones contra Bolton no estaban motivadas por sus críticas. Sin embargo, Trump tiene la cuestión de hacer que tenga autoridad sobre las persecuciones y se considera «el jefe de las fuerzas de orden», que insinúa el control directo sobre las acciones del FBI.
A través de estas medidas, Trump se ha posicionado como un líder que quiere usar su posición para vengarse de quienes lo han desafiado. Estas acciones se sienten como un eco de su promesa electoral, y muchos críticos advierten contra las implicaciones para la democracia en los Estados Unidos, lo que sugiere que podría ser un camino peligroso para un liderazgo más autoritario.
La historia de Trump continúa en la atmósfera pública, mientras que su administración trata de volver a confirmar su influencia, a menudo a través de tácticas que se experimentan como agresivas e intimidantes.