Hallazgos recientes indican que el optimismo con respecto al papel de la inteligencia artificial (IA) en la mejora de los empleos humanos en una capa en los países desarrollados es, en particular en los Estados Unidos, Canadá, el Reino Unido, Francia y Australia. Esta información surgió de una conferencia dada por Peter John Loewen, decano de Arte y Ciencias de la Universidad de Cornell, como parte de la serie de eventos de verano de la Universidad.
Loewen, quien pasó una década en investigar la IA, enfatizó un marcado contraste en la actitud hacia la tecnología entre los mundos desarrollados y en desarrollo. Según un extenso estudio con alrededor de 24,000 participantes de 21 países, aquellos en los países en desarrollo tienden a dar más positividad sobre los efectos de la IA y la tecnología en sus vidas que en las naciones más ricas.
En un estudio reciente publicado en el American Journal of Political Science, Loewen investigó la actitud pública hacia los trabajos de deslocalización y la IA, que muestra que la preocupación se trataba principalmente de cambios en los precios. Aunque la IA generalmente prefería la deslocalización, esta aprobación varió considerablemente de acuerdo con la convicción política, en la que los demócratas mostraron más apoyo.
Loewen enfatizó la importancia de comprender el sentimiento público, mientras que los gobiernos exploran la integración de la IA en los servicios públicos. En su artículo del Journal of Public Policy, investigó los sentimientos encontrados que las personas tienen sobre la IA en la gobernanza, donde los problemas de equidad son primordiales. Muchas personas reconocen los prejuicios humanos en la toma de decisiones y ven el potencial de la IA para ofrecer resultados más consistentes e imparciales.
La discusión iluminó cómo las diferentes ideologías políticas influyen en las percepciones de la IA. Los conservadores pueden dar prioridad a la honestidad y la consistencia de la toma de decisiones, mientras que los liberales están más inclinados a apoyar la eficiencia de la IA y el potencial para mejorar los procesos gubernamentales.
Sin embargo, el camino para aceptar la IA en el servicio público sigue lleno de desafíos, principalmente como resultado del escepticismo público hacia las capacidades de la IA y la tendencia de las personas a resistir el cambio.
Además, Loewen señaló que la correlación entre las actitudes en comparación con la IA y las creencias políticas y económicas ya existentes. Las personas que tienen miedo de la IA que toman sus trabajos a menudo se sienten atraídas por la política populista relacionada con la inmigración y el trabajo, mientras que aquellos que ven la IA como una mejora de sus roles tienden a defender más ediciones sociales, capacitación de empleados e inversiones educativas.
Loewen concluyó que los obstáculos primarios para la integración de la IA no son tecnológicos sino sociológicos, con el énfasis en el complejo paisaje que los responsables políticos deberían navegar mientras buscan consenso sobre el papel de la IA en la sociedad.