Los expertos y analistas militares examinan cuidadosamente las implicaciones del reciente discurso del Ministro de Defensa Pete Hegseeth como líderes militares mayores. El discurso, que se sometió a una considerable crítica, condujo a fuertes reacciones sobre la dirección futura del Ejército de los EE. UU. Y los problemas paraguas que se enfrentan.
Ty Seidule, un general de brigada del ejército retirado y profesor de historia actual en el Hamilton College, caracterizó el evento como un «desperdicio de recursos». En una entrevista, Seidule notó sobre la integridad profesional mostrada por los líderes militares que estaban presentes, y señaló que mostraron dignidad y confirmaron el control civil sobre el ejército. Sin embargo, expresó una fuerte desaprobación del llamado de Hegseeth para una reunión tan importante justo antes de un inminente pintor gubernamental. Seidule argumentó que esta reunión distraía a los líderes militares de casos urgentes que son cruciales para la seguridad nacional.
Seidule enfatizó varios temas importantes que supuestamente fueron ignorados durante la reunión. Señaló que los sujetos, incluida la rivalidad del ejército de los EE. UU. Con China, las reformas de adquisición necesarias, las estrategias de defensa y la disuasión contra Rusia estaban notablemente ausentes en la discusión. En cambio, los comentarios de Hegseeth se centraron en lo que llamó ‘generales gordos’ y ‘tropas gordas’, coincidiendo con el anuncio de nuevos estándares físicos militares definidos por un estándar masculino de género.
La crítica del enfoque de Hegseeth en los estándares físicos fue sombría, y Seidule afirmó que los verdaderos desafíos que enfrentan los militares son mucho más complejos que solo los criterios de aptitud física. Hizo hincapié en que una estrategia militar efectiva, en lugar del peso, juega un papel crucial en el éxito operativo. Esta visión corresponde al contexto histórico de los antiguos compromisos militares, lo que sugiere que las fallas estratégicas, en lugar de la aptitud física del personal, han contribuido a problemas en conflictos como los de Afganistán e Irak.
Los comentarios de Seidule llegaron más allá de los estándares de aptitud. También expresó su preocupación por los comentarios del ex presidente Trump relacionado con la idea de un «enemigo interior», lo que implica un posible aumento en la participación militar en los asuntos internos. Describió el concepto como «loco» y se desconectó del propósito constitucional original del ejército: proteger a la nación contra las amenazas extranjeras, reservando las funciones de aplicación de la ley doméstica para los servicios policiales.
Además, la promesa de Hegseeth para reducir las regulaciones sobre novatadas e intimidación en el ejército tiene alarmas para Seidule. Condenó este paso como contraproducente y afirmó que tales garantías son vitales para mantener la disciplina y el orden entre el personal militar, en particular los miembros del servicio jóvenes que pueden necesitar orientación con el comportamiento profesional.
La crítica de Seidule finalmente plantea preguntas urgentes sobre la dirección estratégica del ejército de los EE. UU. Y sus prioridades de liderazgo a la luz de los desafíos globales. Todavía está por ver cómo se desarrollará la política de Hegseeth y qué impacto tendrán en las habilidades del ejército y la relación con los miembros del servicio y el público estadounidense.