En medio de la escalada de tensiones a lo largo de la frontera entre Afganistán y Pakistán, nuevos informes indican que al menos 15 civiles han muerto en Afganistán, lo que pone de relieve las trágicas consecuencias de los últimos enfrentamientos. La noticia llega tras informes de Reuters que decían que seis soldados paramilitares paquistaníes también murieron durante enfrentamientos con militantes cerca de la zona fronteriza en disputa. Las autoridades afganas dijeron a la AFP que decenas de personas más han resultado heridas mientras la violencia continúa aumentando entre los dos países.
La situación se ha visto exacerbada aún más por el apoyo del gobierno talibán en Afganistán al Partido Tehreek-e-Labbaik (TLP) en Pakistán. En una publicación en Mujahid condenó la respuesta del ejército de Pakistán a estas protestas, describiéndola como disparos directos que causaron numerosas bajas y bajas significativas entre los civiles.
Según los informes, los enfrentamientos fronterizos involucraron tiroteos a gran escala, y ambas partes afirmaron haber capturado y destruido varios puestos fronterizos. Los dirigentes talibanes reivindicaron lo que llamaron «ataques de represalia», afirmando que 58 soldados paquistaníes murieron en estos enfrentamientos. Por el contrario, el gobierno paquistaní informó que 23 de sus soldados murieron mientras afirmaba haber matado a 200 combatientes talibanes y sus aliados, una afirmación reveladora en una situación ya de por sí tensa.
El telón de fondo de estos enfrentamientos incluye acusaciones del gobierno talibán de que Pakistán estuvo involucrado en atentados con bombas en Kabul y la provincia sudoriental de Paktika, que tuvieron lugar pocos días antes de que escalara la violencia fronteriza. El gobierno paquistaní no ha confirmado ni negado estas acusaciones, lo que ha generado más especulaciones y mayores tensiones.
La violencia estalló alrededor de las 22:30 horas del 11 de octubre, cuando las fuerzas talibanes lanzaron un ataque en el lado paquistaní de la frontera. Los enfrentamientos estallaron en varios lugares, principalmente en la provincia de Khyber Pakhtunkhwa, incluidos Angoor Adda, Bajaur, Kurram, Dir, Bahram Chah y Chitral. El ejército paquistaní caracterizó estas acciones como un «ataque cobarde» destinado a socavar la seguridad en la región para facilitar actividades terroristas. El brazo mediático del ejército, el Interservicios de Relaciones Públicas (ISPR), emitió un comunicado afirmando que las fuerzas paquistaníes actuaron en defensa propia para repeler lo que percibieron como una ofensiva agresiva.
En resumen, la violencia actual en la frontera es uno de los enfrentamientos más graves entre Afganistán y Pakistán en los últimos años, en el que ambas partes sufren bajas y los civiles son los más afectados por las consecuencias del conflicto. La volatilidad de la situación genera preocupación sobre la posibilidad de una mayor escalada a menos que se tomen medidas diplomáticas para abordar los problemas subyacentes que alimentan estos enfrentamientos.