Los investigadores que estudian el centro de Melkweg han hecho un descubrimiento innovador que desafía la comprensión astronómica actual. Han identificado inesperadamente grandes nubes de hidrógeno frío en las burbujas de Fermi, áreas sólidas de plasma sobrecalentado que surgen del núcleo de la galaxia. Esta revelación es particularmente enigmática, dado que estas nubes no deberían haber sufrido en un entorno tan extremo.
Las burbujas de Fermi fueron detectadas por primera vez en 2010 por el telescopio espacial Fermi Gammi-ray de la NASA, y se extienden alrededor de 25,000 años luz por encima y por debajo del Centro Galáctico. No visible en la luz estándar, estas estructuras colosales se pueden observar en los rayos gamma, que abarcan 50,000 años de luz impresionantes, lo cual es bueno para casi la mitad de la altura de la Vía Láctea misma. El plasma en estas burbujas tiene una temperatura de más de un millón de kelvins, o casi 2 millones de grados Fahrenheit, lo que sugiere un origen dramático en un evento explosivo del agujero negro central de la galaxia.
Los investigadores teorizan que las burbujas de Fermi se forman como resultado de importantes rayos de materia del agujero negro, que transportan en material cercano y se expanden más de millones de años a las estructuras masivas que se están viendo hoy.
El descubrimiento de las nubes de hidrógeno fría, cada una de las cuales con 13 a 91 años luz de tamaño, es un desafío importante. Estas nubes, mucho más grandes que nuestro sistema solar, contradecieron las expectativas, porque deberían haberse evaporado hace mucho tiempo en el entorno hostil de las burbujas de Fermi. Esto lleva a preguntas críticas sobre las condiciones que han hecho posible su entrenamiento y mantenimiento.
Rongmon Bordoloi, el principal autor de estudio y profesor asistente de la Universidad Estatal de Carolina del Norte, ha ofrecido ideas intrigantes con respecto a estas nubes. Compara su resistencia con la de un cubo de hielo que se coloca en agua hirviendo, mientras que un pequeño cubo se derrite rápidamente, un período de tiempo más grande y más largo puede derretirse. Esta comparación sugiere que las nubes de hidrógeno frío alguna vez fueron parte de estructuras más extensas que se eliminaron del núcleo de la Vía Láctea hace millones de años, con el viento galáctico circundante que se erosionan gradualmente con el tiempo.
Las implicaciones de este estudio se extienden a la comprensión del agujero negro central de Melkweg. Bordoloi y su equipo afirman que la presencia de estas nubes de hidrógeno fría podría servir como un «reloj» para estimar el momento de las erupciones del agujero negro. Dado que estas nubes no habían sobrevivido durante millones de años, su existencia sugiere que el estallido importante del agujero negro tuvo lugar mucho más recientemente de lo estimado, posiblemente hace solo unos pocos millones de años, solo un instante a escala cósmica.
Este hallazgo reduce la línea de tiempo para la formación de las burbujas de Fermi y ofrece nuevas perspectivas sobre la naturaleza de las actividades periódicas y a menudo violentas asociadas con el agujero negro súper pesado del Melkweg. Además, implica que estos arrebatos explosivos pueden ser más esporádicos que los supuestos anteriores, lo que indica una actividad mucho más reciente y dinámica en el centro de la galaxia.