En febrero de 2023, un fenómeno celestial raro fascinó a los testigos en el noroeste de Francia cuando un flash claro iluminó el cielo, inicialmente donde muchos se observaron como puramente meteoritos. Sin embargo, este evento volátil marcó el momento en que una roca espacial, designada 2023 CX1, entró en la atmósfera de la Tierra, condujo a una respuesta urgente de científicos y entusiastas de meteoritos.
El viaje de 2023 CX1 comenzó siete horas antes cuando un astrónomo húngaro detectó el objeto a unos 200,000 kilómetros de distancia. Con esta advertencia notablemente temprana, la NASA y la Agencia Espacial Europea (ESA) pudieron seguir el descenso de la roca con una precisión excepcional. En particular, esto solo significaba la undécima copia de un asteroide que se siguió antes de su impacto con la Tierra, y solo cuatro casos han visto la recuperación exitosa de fragmentos.
Después del impacto, los astrónomos profesionales y aficionados entraron en acción. La red Fripon/Vigie-Ciel, una iniciativa de cooperación diseñada para la detección y recuperación de meteoritos, recibió una afluencia de fotos y videos del público. Brigitte Zanda, especialista en meteoritos en el Museo Nacional de Historia Natural en París, enfatizó el valor de esta participación pública en la mejora de las observaciones científicas. Un video particularmente útil grabó el momento en que el asteroide trajo fragmentado y proporcionó información sobre su proceso de desintegración.
Alrededor de las 4 p.m. La hora local el 13 de febrero de 2023, 2023 CX1 hizo su acceso dramático a la atmósfera y estalló unos 28 kilómetros sobre el suelo. Zanda describió la desintegración como un evento violento, que ocurrió en dos fases diferentes y resultó en una pérdida de aproximadamente el 98 por ciento de la masa del asteroide durante su descenso. Esta orden liberó una energía considerable, lo que provocó que los fragmentos ardientes rayan sobre el cielo.
Dentro de unos días después del impacto, el primer fragmento de meteorito con un peso de 93 gramos se extrajo de Saint-Pierre-Le-Figer, seguido de hallazgos adicionales. En total, se recopilaron una docena de fragmentos, lo que contribuyó a la colección nacional de meteoritos de Francia. El análisis indicó que 2023 CX1 probablemente provino de la familia de Asteroides de Massalia, ubicada en el cinturón de asteroides entre Marte y Júpiter.
A pesar del tamaño modesto de solo 650 kilogramos, la fragmentación del asteroide planteó nuevas preguntas sobre el comportamiento de los asteroides y los peligros potenciales. Las simulaciones mostraron que el patrón de ruptura de dos etapas que se mostró en 2023 CX1 podría representar una amenaza mayor que una desintegración gradual, especialmente si el objeto hubiera llegado sobre un área densamente poblada. Zanda señaló la comparabilidad con el evento Chelyabinsk en 2013, donde un asteroide mayor causó daños y lesiones considerables, a pesar de que cada fragmento liberó energía limitada.
Si 2023 CX1 siguiera un proceso similar sobre un área poblada, el resultado podría haber sido drásticamente diferente, lo que enfatizó la importancia de la investigación constante sobre el comportamiento de los asteroides. Los esfuerzos de cooperación en torno a este incidente subrayan el valor de la participación pública en el descubrimiento científico, lo que demuestra cómo las observaciones compartidas pueden conducir a una visión más profunda del cosmos.