En un choque muy esperado, la apuesta de Nueva Zelanda por una gira de Grand Slam terminó decepcionantemente, con los All Blacks sufriendo una importante derrota ante Inglaterra. El partido, que tuvo lugar en medio de fervientes celebraciones de los aficionados ingleses, dejó a los All Blacks lidiando con cuestiones críticas más allá del elusivo título de Grand Slam.
Nueva Zelanda se ha quedado corta dos veces en los tres partidos de esta gira, y la última actuación pone de relieve una tendencia preocupante, ya que concedieron 25 puntos sin respuesta en una fase crucial del partido. Esta actuación refleja otra lucha de su partido anterior contra Escocia, donde dejaron escapar 17 puntos. A pesar de un breve período de dominio, los All Blacks no pudieron mantener la calma mientras Inglaterra retrocedía y adoptaba un enfoque despiadado que presionó al equipo de Nueva Zelanda desde el principio.
Mientras Inglaterra celebraba su logro, quedó claro que ninguno de los equipos se encontraba actualmente entre la élite del mundo del rugby. Sudáfrica reclamó ese título y demostró su destreza al vencer a Francia en París a pesar de jugar con sólo 14 hombres. Los Springboks han demostrado su capacidad para adaptarse y ganar en circunstancias desafiantes, consolidando su posición como un equipo a vencer.
En el partido final, el ascenso de Inglaterra en el ranking de World Rugby los coloca por delante de Irlanda, mientras que Nueva Zelanda se mantiene justo debajo. Ambos equipos mostraron destellos de brillantez, pero las inconsistencias plagaron sus actuaciones generales. Nueva Zelanda tuvo momentos de dominio, anotó temprano para tomar una ventaja de 12-0, demostrando su talento y capacidad para jugar un rugby expansivo y fluido. Sin embargo, no lograron capitalizar su impulso inicial y el juego táctico de Inglaterra, liderado por George Ford, comenzó a controlar el ritmo y la dirección del partido.
Los problemas de los All Blacks se atribuyeron en parte a la falta de su compostura habitual, ya que sus jugadores estrella no lograron ofrecer actuaciones impactantes de manera consistente. Will Jordan emergió como un único punto brillante, anotando dos tries y acercándose a una distancia sorprendente del récord de try de todos los tiempos de los All Blacks. Sus contribuciones dan una idea del talento que posee Nueva Zelanda, aunque el resto del equipo lució de mal humor y careció del juego autoritario que ha caracterizado a los anteriores equipos All Black.
El entrenador en jefe de Nueva Zelanda, Scott Robertson, se enfrentó a los medios después de la derrota y reflejó la profunda decepción que se siente en todo el campo. Reconoció la necesidad de reevaluar su enfoque, especialmente teniendo en cuenta que su temida reputación como oponente formidable ha disminuido. La derrota ante Inglaterra fue particularmente amarga, después de una dura derrota anterior ante los Springboks, lo que puso de relieve los desafíos que enfrenta este grupo.
A medida que los All Blacks se reagrupan, la idea de un Grand Slam exitoso puede estar lejos de sus mentes. La urgente necesidad de abordar sus deficiencias actuales y responder a las crecientes críticas tendrá prioridad. Los próximos partidos serán cruciales para el equipo de Nueva Zelanda mientras busca redescubrir su identidad y reafirmarse en el panorama competitivo del rugby internacional.



