Las preocupaciones sobre la cooperación académica entre Estados Unidos y China están creciendo en medio de temores de seguridad nacional.


En los últimos años, el entorno de colaboración entre científicos estadounidenses y chinos ha sido objeto de un escrutinio cada vez mayor, especialmente cuando se trata de prácticas de investigación abiertas. Tradicionalmente, estas asociaciones han sido elogiadas por fomentar la innovación y avanzar en el conocimiento tecnológico. Sin embargo, los legisladores estadounidenses están cada vez más preocupados de que China, vista como una amenaza militar creciente, esté utilizando estas asociaciones para reforzar sus capacidades militares.

El senador Tom Cotton, republicano de Arkansas y presidente del Comité de Inteligencia del Senado, ha emitido fuertes críticas, afirmando que los adversarios han explotado durante mucho tiempo las instituciones educativas estadounidenses para obtener ganancias estratégicas, poniendo potencialmente en peligro la seguridad nacional de Estados Unidos. En respuesta, ha introducido legislación para imponer restricciones a la colaboración entre proyectos de investigación estadounidenses financiados con fondos federales y ciertas instituciones académicas chinas, especialmente aquellas relacionadas con el ejército.

El Comité Selecto de la Cámara de Representantes del Partido Comunista Chino ha hecho de asegurar la producción de investigación estadounidense una prioridad, afirmando que Beijing ha transformado los canales abiertos de investigación en un mecanismo para reclutar talentos y promover la modernización militar. El paso del compromiso a la competencia en los vínculos académicos entre Estados Unidos y China parece amenazar asociaciones profundamente arraigadas que han existido durante más de dos generaciones.

James Cangialosi, director del Centro Nacional de Contrainteligencia y Seguridad, se hizo eco de estas preocupaciones y advirtió que los adversarios extranjeros están explotando cada vez más el espíritu de colaboración de las instituciones académicas estadounidenses para su beneficio. Un boletín reciente destacó la necesidad de que las universidades mejoren la protección contra la interferencia extranjera en la investigación.

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Sólo en septiembre, el comité de la Cámara de Representantes publicó tres informes centrados en diferentes aspectos de la cooperación académica entre Estados Unidos y China. Entre estos informes se encontraban hallazgos relacionados con investigaciones apoyadas por el Pentágono que involucraban a científicos afiliados al ejército chino e institutos conjuntos destinados a fomentar el talento STEM. Las recomendaciones del comité incluyen una legislación más estricta para proteger la investigación estadounidense, una política de visas revisada para estudiantes y científicos chinos y el fin de asociaciones académicas que podrían fortalecer las capacidades militares de China.

A pesar de los esfuerzos por limitar tales colaboraciones, Strider Technologies, una organización de inteligencia privada, informó que más de 500 universidades estadounidenses han participado en asociaciones con investigadores militares chinos, lo que ha llevado a avances en tecnologías relacionadas con el ejército, como las comunicaciones antiinterferencias y los vehículos hipersónicos. El informe señala casi 2.500 publicaciones resultantes de colaboraciones entre entidades estadounidenses e institutos de investigación afiliados al ejército chino solo en 2024, lo que sugiere que a pesar de los esfuerzos anteriores para limitar dichas asociaciones, el nivel de colaboración sigue siendo alarmantemente alto.

Los funcionarios estadounidenses alegan que los adversarios extranjeros, especialmente China, están explotando la investigación estadounidense robando propiedad intelectual, cazando talentos y posiblemente reclutando científicos y estudiantes para actividades de espionaje. La última evaluación de amenazas del Departamento de Seguridad Nacional ha subrayado aún más estas preocupaciones, destacando los esfuerzos de los adversarios por acceder ilegalmente a tecnologías estadounidenses para socavar la ventaja estadounidense, particularmente en los sectores militar y informático.

Equilibrar la necesidad de una protección sólida de la investigación con los riesgos de sofocar la innovación es un desafío que enfrentan tanto los líderes de la industria como los académicos. Abigail Coplin, profesora asistente en Vassar College, señaló que las regulaciones existentes ya brindan salvaguardias para investigaciones financiadas con fondos federales que involucran información confidencial. Sostuvo que las restricciones podrían ahuyentar involuntariamente al talento emergente, y enfatizó que una mayor financiación para la investigación podría servir mejor a los intereses de seguridad nacional que imponer restricciones severas.

El empresario tecnológico Arnie Bellini advirtió contra protecciones demasiado amplias que podrían obstaculizar el intercambio de información vital entre instituciones y nuevas empresas estadounidenses. Destacó la necesidad de realizar inversiones sustanciales en ciberseguridad para garantizar la innovación sin comprometer los intereses nacionales ni la transparencia.

Además, las cifras del Departamento de Justicia muestran que aproximadamente el 80% de todos los casos de espionaje económico involucran acusaciones relacionadas con China, lo que llevó a algunos miembros del Congreso a pedir la reactivación de la “Iniciativa China” del Departamento de Justicia, que se inició inicialmente durante la administración Trump para acabar con el espionaje intelectual chino. Sin embargo, la iniciativa fue criticada por sus implicaciones más amplias, incluido el refuerzo de estereotipos dañinos contra los académicos asiático-estadounidenses.

A medida que las tensiones entre Estados Unidos y China continúan aumentando, el complicado equilibrio entre promover la cooperación académica y salvaguardar la seguridad nacional sigue siendo un tema polémico en la intersección de la investigación, la innovación y los intereses estratégicos.



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