Recientemente revelada información sobre el tratamiento de Kilmar Abrego García en el Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT) en Tecoluca, El Salvador, enfatiza las circunstancias alarmantes con las que se enfrentó después de su deportación por el gobierno de Trump. Según lo documentado en un tribunal federal que fue presentado por su esposa, García ha soportado trazos graves y tortura psicológica durante su encarcelamiento. La sumisión también indica que experimentó sufrir una considerable falta de sueño y pérdida de peso drástica, por lo que se cayeron 31 libras debido a lo que se describió como alimentos insuficientes.
Abrego García, originario de El Salvador, vivía legalmente en Beltsville, Maryland, antes de ser deportado erróneamente en marzo. La demanda de su esposa contra el gobierno de Trump está buscando justicia por el presunto abuso con el que su esposo fue enfrentado durante la retención. Sin embargo, la administración intenta que el caso rechace, con el argumento de que, desde el regreso de García a los Estados Unidos, el caso ya no es relevante.
Además de las acusaciones de maltrato, García ha sido demandada por una supuesta conspiración para facilitar el acceso ilegal de inmigrantes en los Estados Unidos de diferentes países de América Central y del Sur. Ha presentado una declaración de no ser culpable de estos cargos.
Un juez ordenó la liberación de García, aunque con condiciones, pero todavía se enfrenta a una posible detención y deportación, porque las complicaciones continúan surgiendo sobre su estatus legal y las continuas implicaciones de su reciente deportación y su posterior prisión. La situación subraya la creciente preocupación por el tratamiento de las personas en las instalaciones de inmigración estadounidenses y las implicaciones más amplias de las prácticas de deportación bajo administraciones anteriores.