La fuga de carbono antigua a través de los ríos forma una mayor amenaza climática de lo que se pensaba anteriormente


Un estudio internacional reciente publicado en Naturaleza ha revelado una realidad sorprendente sobre el antiguo almacenamiento de carbono y su impacto imprevisto en la atmósfera, lo que cambia considerablemente nuestra comprensión de las emisiones globales de carbono. Durante años, los científicos creían que el carbono, profundamente en el suelo y las formaciones geológicas, fue capturado durante miles o incluso millones de años, permaneció seguro y no fue influenciado en gran medida por las fuerzas ambientales o las actividades humanas. Sin embargo, los investigadores de la Universidad de Bristol han demostrado que los viejos fugas de carbono a la atmósfera a través de los sistemas fluviales, lo que revela un componente crítico y previamente pasado por alto del ciclo global del carbono.

Las implicaciones de este descubrimiento están en profundidad, porque sugiere que el carbono almacenado en paisajes y formaciones geológicas se liberan más rápido de lo que se pensaba anteriormente. Este fenómeno podría influir drásticamente en nuestras estrategias para reducir el cambio climático, ya que puede ser un factor más importante en el calentamiento global de lo que explican los modelos actuales.

Tradicionalmente, los científicos entendieron que los ríos desempeñaron un papel en la transmisión de carbono, principalmente debido al desglose del reciente crecimiento de las plantas y la materia orgánica. Sin embargo, el estudio dirigido por Bristol desafía esta idea, que muestra que aproximadamente el 60% de las emisiones de carbono de los ríos no resultan de la vegetación reciente, sino de muchos depósitos de carbono más antiguos. El Dr. Josh Dean, el principal autor del estudio, expresó sorpresa en estos hallazgos y subrayó que la fuga de carbono antiguo podría tener lugar mucho más ampliamente de lo que los investigadores habían estimado.

El estudio también mostró que las emisiones de los sistemas fluviales no se dividen de manera uniforme entre el carbono «joven» y «antiguo». Según lo enfatizado por el coautor Dr. Bob Hilton de la Universidad de Oxford, es aproximadamente la mitad de estas emisiones de fuentes más recientes, mientras que la otra mitad se deriva de capas de tierra profunda y procesos naturales que ocurrieron durante milenios. Esto posiciona los ríos como tuberías cruciales, lo que significa que el carbono de larga data ingresa a la atmósfera, lo que desafía los supuestos previos sobre la estabilidad de estos depósitos y sus contribuciones a los niveles atmosféricos de CO2.

A pesar del origen natural de estas viejas fugas de carbono, las actividades humanas pueden agravar la situación. Aunque la investigación no indica influencias humanas específicas, los investigadores reconocen que acciones como la deforestación, la agricultura y la quema de combustibles fósiles pueden contribuir a la liberación acelerada de carbono de estas fuentes largas. Este factor adicional dificulta el panorama de las emisiones globales de carbono, lo que sugiere que las plantas y los árboles pueden ser necesarios para absorber aún más carbono para compensar esta fuga inesperada.

Las implicaciones son enfatizadas por la Dra. Gemma Coxon, otra coautora e experta en hidrología de la Universidad de Bristol. Los ríos actualmente gastan alrededor de dos gigatones de dióxido de carbono a escala global cada año. Esta cifra falla en comparación con las actividades humanas, que contribuyen entre 10 y 15 gigatones de emisiones de carbono cada año. Sin embargo, el estudio indica que más de la mitad de las emisiones del río pueden provenir de reservas de carbono previamente estables, lo que enfatiza la necesidad de una revaluación de esta dinámica.

Se esperan discusiones urgentes entre los científicos climáticos y los responsables políticos porque el estudio fomenta un reexamen de la estabilidad a largo plazo de los depósitos de carbono. Los hallazgos conducen a una reevaluación crítica de los modelos climáticos actuales, en el que los riesgos recién descubiertos se integran en relación con las viejas emisiones de carbono. A medida que los intentos de abordar el cambio climático continúan evolucionando, la necesidad de estrategias informadas que absorben estas revelaciones se vuelve cada vez más necesaria. La investigación indica un cambio en el concepto, que fomenta enfoques extensos para tener en cuenta las complejas complejidades del ciclo global del carbono y las interacciones entre el medio ambiente y el medio ambiente.



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