En las últimas semanas, las actividades militares estadounidenses cerca de Venezuela se han intensificado como parte del enfoque renovado de Washington en las operaciones de contra narcótica en el Caribe. Los analistas vigilan de cerca el extenso sistema anti -avión de Venezuela, lo que podría influir significativamente en cualquier posible escalada y operaciones militares en la región.
Las opciones de defensa aérea venezolana consisten en una red de varias capas destinadas a asegurar sus zonas costeras y estratégicas de redadas extranjeras. El ejército del país, el Avivon Militar Bolivarna, opera alrededor de veinte aviones de combate multirrógicos Su-30MKV como la columna vertebral de su flota aérea. También conservan un número limitado de aviones F-16A/B, aunque a menudo están disponibles esporádicamente. Los cazadores SU-30MKV están equipados con varios misiles aéreos de mediana distancia y sistemas avanzados para misiones de aire en la superficie, incluidos los cohetes antibuque y antiadiación KH-31A, lo que le da a Venezuela una capacidad de respuesta formidable contra la toma naval y de aire.
Un elemento crítico de la estrategia de defensa aérea de Venezuela se encuentra en el sistema de tierras, en particular bajo el orden de la extensa defensa del espacio aéreo (Codai). El centro de esta arquitectura es el sistema S-300VM, que ofrece opciones a largo plazo en varias amenazas aéreas. El soporte para este sistema son plataformas de rango medio, como el BUK-M2E, conocido por su movilidad y su reposicionamiento rápido, así como los sistemas modernizados S-125 Pechora-2M que mejoran la flexibilidad de la red a medianas alturas.
Además, las capas de corta distancia integran sistemas como los manpads, incluidos IGLA-S y RBS70, complementados con artillería anti-avión, que forma desafíos significativos para las operaciones a baja altura. Individualmente, estos sistemas pueden no ser un desafío insuperable para las tropas estadounidenses modernas. Juntos, sin embargo, hacen que la planificación de la misión sea más difícil, lo que requiere distancias de compromiso más largas y mayores asignaciones de saltos para los esfuerzos por debajo de la presión.
Operational debe confiar en cualquier paquete inicial de huelga militar estadounidense para encontrar tecnologías de sigilo para encontrar sistemas de radar enemigos, creando corredores seguros para las operaciones y al mismo tiempo para usar municiones distantes contra ubicaciones conocidas. Las unidades de defensa móvil requerirían inteligencia y coordinación en tiempo real que complicen motores cerca de la costa venezolana, en particular en áreas urbanas donde el movimiento densamente folificado puede esconderse.
El 18 de agosto de 2025, el presidente Nicolás Maduro intensificó la situación al movilizar a más de 4.5 millones de miembros de la milicia en respuesta a la agresión observada de los Estados Unidos. Este movimiento inesperado siguió la mayor presencia de destructores de la Armada estadounidense en el Caribe y una prima sustancial otorgada a la captura de Maduro. La milicia armada, equipada con armas rusas y posiblemente defensas incendiadas en el hombro, puede dificultar el panorama operativo para las tropas estadounidenses, lo que provoca oportunidades de emboscada para crear oportunidades en puntos estratégicos.
El arsenal convencional del ejército venezolano es principalmente de fabricantes rusos y chinos, para que pueda mantener un elemento disuasorio creíble cerca de sus áreas costeras. Las posibilidades estratégicas de los sistemas S-300VM permanecen intactos, mientras que los sistemas adicionales como los misiles antibuque CM-90 de origen Irán mejoran las defensas costeras.
La movilización de las milicias tiene implicaciones políticas y militares para la región. En su propio país muestra la determinación de Venezuela y aumenta la mano de obra para varios esfuerzos de defensa. Sin embargo, el establecimiento de una milicia también presenta desafíos estructurales en términos de la asignación de recursos, capacitación y mantenimiento de la disposición de las fuerzas regulares.
A nivel internacional, esta situación ha visto que países como las acusaciones de disputa de México que conectan Venezuela con carteles de drogas, mientras que los aliados apoyan a Cuba y Nicaragua Caracas. Rusia sigue siendo el principal proveedor militar, mientras que China e Irán contribuyen a través de financiamiento y capacidades militares adicionales.
En el lado estadounidense, el despliegue de varios destructores de cohetes guiados para fortalecer la dedicación de Washington a los esfuerzos de contra narcótica, pero también puede agravar la historia del gobierno venezolano de amenazas externas. Esta historia a menudo se usa para justificar una mayor movilización militar y un control interno más estricto.
Frente a las limitaciones económicas y un inventario militar envejecido, Venezuela depende cada vez más de sus socios internacionales para obtener apoyo técnico y repuestos para apoyar sus oportunidades de defensa. Las complicaciones a lo largo de las fronteras, especialmente con Guyana y Colombia, agregan más estrés a la preparación militar y las estrategias de implementación.
Aunque sigue existiendo incertidumbre sobre si se iniciarán los ataques terrestres estadounidenses, las actividades operativas recientes muestran una tendencia a reducir el umbral para el empleo. Cada futura decisión militar dependerá de los cálculos políticos, pero los desafíos de la defensa aérea en capas de Venezuela y la milicia ahora armada significan que los compromisos potenciales pueden ser más caros y más matizados para las tropas estadounidenses. Este cambio en la dinámica operativa puede, en particular, afectar la toma de decisiones estratégicas en los próximos meses.