La reciente escalada de operaciones militares estadounidenses en el Caribe, particularmente dirigidas a embarcaciones sospechosas de narcotráfico frente a las costas de Venezuela, ha intensificado el diálogo en torno al régimen del presidente Nicolás Maduro. Esta actividad militar, combinada con una importante acumulación de activos en la región, está generando preocupaciones sobre un posible plan para derrocar al líder venezolano, quien ha sido un punto focal de la política exterior de Estados Unidos desde su elección en 2013.
El embajador James Story, el último diplomático estadounidense en la ahora extinta embajada estadounidense en Venezuela, señaló la demostración del poder estadounidense como un indicador de las intenciones de sacar a Maduro del poder. Destacó el papel de Maduro como un «mal actor» que supervisa un país rico en petróleo y minerales vitales mientras está enredado con adversarios estadounidenses. Citando la acusación de tráfico de drogas de Dmitry, describió al gobierno de Maduro como una “organización criminal disfrazada de gobierno” y señaló los abusos de derechos humanos del régimen, incluidas la tortura y las ejecuciones extrajudiciales.
La vida en Venezuela se ha vuelto cada vez más espantosa bajo el liderazgo de Maduro. Un episodio de 60 Minutos que se emitió recientemente ofreció información sobre las duras realidades que enfrentan los venezolanos, mostrando un país plagado de hambre y escasez crónica de bienes esenciales. Con más del 70% de la población viviendo en la pobreza, la dramática transformación de una nación que alguna vez fue rica a una que enfrenta una crisis humanitaria devastadora es notable. Estas condiciones han obligado a millones de personas a huir; Casi el 20% de la población ha buscado refugio en el extranjero en los últimos diez años.
La situación se ve exacerbada por las sanciones estadounidenses, que han paralizado aún más una economía que ya estaba en dificultades. Los informes de Caracas ilustran una sociedad en la que los residentes negocian precios cada vez más altos. Una mujer señaló que su ingreso semanal de 50 dólares es lamentablemente inadecuado para las necesidades de su familia, lo que la llevó a considerar emigrar a España.
Las tensiones entre Estados Unidos y Venezuela aumentaron aún más cuando la administración Trump negoció con el gobierno de Maduro la liberación de prisioneros estadounidenses a principios de este año. A pesar de estos pequeños gestos diplomáticos, el régimen de Maduro continúa ejerciendo control, y las deportaciones estadounidenses se consideran una historia de éxito, mientras que muchos retornados expresan sentimientos de derrota.
La estrategia actual de Estados Unidos incluye alrededor de 50 millones de dólares en recompensas por información que conduzca al arresto de Maduro. Los funcionarios estadounidenses lo acusan de trabajar con cárteles para contrabandear cocaína con fentanilo a Estados Unidos. Si bien Maduro descarta estas afirmaciones como propaganda, Estados Unidos ha intensificado sus operaciones militares, atacando barcos supuestamente vinculados al narcotráfico y, según se informa, realizando operaciones en curso en aguas venezolanas.
A medida que aumenta la presencia militar en la región –incluido el despliegue de buques de guerra y aviones de combate–, el ejército venezolano se ha movilizado en respuesta, realizando ejercicios de emergencia y movilizando a los civiles para prepararse para un posible conflicto. Esto muestra un reconocimiento flagrante de las crecientes tensiones.
En particular, la posibilidad de una transferencia pacífica del poder sigue siendo cuestionable. Si bien algunos líderes y expertos venezolanos creen que el control de Maduro sobre el poder puede estar debilitándose, las discrepancias en la lealtad militar indican que cualquier transición podría generar más disturbios. De particular preocupación son los grupos armados, incluidas las guerrillas colombianas, que operan en Venezuela y están dispuestos a resistir cualquier cambio de autoridad.
El debate en Washington sobre la legalidad de la acción militar estadounidense en curso continúa; algunos la califican de ejecuciones extrajudiciales ilegales, mientras que otros argumentan que se trata de defensa propia. En este contexto, Maduro ha instado a la paz y ha pedido el cese de las hostilidades.
Las consecuencias de las intervenciones extranjeras en Venezuela siguen siendo inciertas, y algunos analistas advierten sobre la posible necesidad de tropas terrestres estadounidenses para estabilizar el país después de Maduro. A medida que se desarrollan las discusiones, el futuro de Venezuela se encuentra en un equilibrio precario, con factores internos y externos que dan forma a la narrativa de resistencia en el contexto de las actuales relaciones entre Estados Unidos y Venezuela.



