En un importante fallo de un tribunal de distrito federal en Tennessee, la jueza federal de distrito Waverly Crenshaw emitió una advertencia a altos funcionarios de la administración Trump sobre comentarios potencialmente perjudiciales sobre Kilmar Abrego García mientras se prepara para el juicio. La orden del juez enfatiza la importancia de mantener la integridad del proceso judicial y ordena a los fiscales locales que difundan su opinión escrita al personal relevante dentro del Departamento de Justicia (DOJ) y el Departamento de Seguridad Nacional (DHS).
La orden del juez Crenshaw subraya su preocupación por las declaraciones incendiarias que podrían afectar la percepción pública y la imparcialidad de los próximos procedimientos. Señala varios ejemplos de comentarios prohibidos, según lo establecido en las normas locales del Tribunal de Distrito de los Estados Unidos para el Distrito Medio de Tennessee. Las categorías específicas de declaraciones consideradas problemáticas incluyen declaraciones relacionadas con el carácter, la credibilidad o los antecedentes penales de un individuo, así como cualquier expresión de opinión sobre la culpabilidad o inocencia del sospechoso.
En su orden, el juez Crenshaw advierte que los empleados del DOJ y del DHS que no sigan estas pautas podrían enfrentar sanciones. Esta directiva estricta llama la atención sobre la seriedad de las declaraciones públicas que se hacen y advierte que existe un potencial significativo de que surja un prejuicio material contra García en el proceso penal en curso.
El caso García ha recibido atención nacional, especialmente después de su controvertida deportación a El Salvador a principios de este año. Su expulsión se produjo a pesar de no tener antecedentes penales, lo que llevó a su encarcelamiento en una prisión notoriamente brutal, lo que pone de relieve el debate en curso sobre las duras políticas de inmigración de la administración Trump. En respuesta a la protesta pública y la presión legal, el gobierno facilitó el regreso de García a los Estados Unidos en junio, pero simultáneamente emitió una orden de arresto contra cargos de tráfico de personas en Tennessee.
García se ha declarado consistentemente inocente de estos cargos, lo que llevó a su equipo legal a presentar una moción pidiendo que se desestimaran los cargos. La defensa argumenta que el caso no tiene mérito y ha sido contaminado por la campaña de alto perfil en su contra encabezada por varios funcionarios de Trump.
Los funcionarios han calificado repetidamente a García de tener vínculos con la pandilla MS-13 e incluso han llegado a vincularlo con el asesinato; fallos que el juez Crenshaw indica podrían socavar gravemente el derecho de García a un juicio justo. Estas afirmaciones se ven agravadas por comentarios de figuras destacadas, incluida la fiscal general Pam Bondi y la secretaria del DHS, Kristi Noem, que Crenshaw ha citado como perjudiciales para la causa.
Además, el juez criticó a los abogados de García por sus revelaciones públicas sobre negociaciones de declaración de culpabilidad, enfatizando que tales acciones también podrían poner en peligro el proceso legal.
García, quien construyó una vida en Maryland con su esposa e hijo estadounidenses después de emigrar ilegalmente de El Salvador cuando era adolescente, un juez de inmigración le concedió protección contra la deportación en 2019 por temores creíbles de violencia por amenazas relacionadas con pandillas en su país de origen. Tras su regreso en junio, el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) inició planes para deportarlo nuevamente, esta vez dirigidos a varios países africanos, siendo Liberia el último destino mencionado.
A medida que se desarrolla esta compleja batalla legal, las implicaciones del debate público entre funcionarios gubernamentales siguen siendo un factor crucial en el progreso del caso. El compromiso de la corte con el debido proceso es fundamental para este caso, que sirve como punto focal en el debate en curso sobre las políticas y prácticas de inmigración en los Estados Unidos.



