Un hombre de Alabama, Anthony Boyd, fue ejecutado utilizando gas nitrógeno el jueves por la noche, tras una decisión de la Corte Suprema de Estados Unidos que permitió el controvertido método de ejecución. Boyd, de 54 años, había sido declarado culpable de complicidad en el espantoso asesinato de Gregory Huguley en 1993, crimen en el que Huguley fue quemado vivo.
En una declaración final antes de su ejecución, Boyd mantuvo su inocencia y afirmó: «No maté a nadie. No participé en el asesinato de nadie». Su ejecución tuvo lugar en el Centro Correccional William C. Holman, donde lo ataron a una camilla y lo sometieron a hipoxia de nitrógeno, un método que priva al cuerpo de oxígeno y provoca asfixia. Fue declarado muerto a las 6:33 p.m.
La hipoxia de nitrógeno, que ha surgido como una alternativa controvertida a las inyecciones letales, se ha adoptado debido a las crecientes dificultades para obtener los medicamentos necesarios para las inyecciones letales. La mayoría conservadora de la Corte Suprema rechazó la solicitud de Boyd de suspender la ejecución, mientras que los jueces liberales discreparon. La jueza Sonia Sotomayor, en particular, expresó una fuerte oposición y enfatizó que la ejecución de Boyd era similar a una asfixia prolongada.
La ejecución de Boyd fue el octavo caso en el que se utilizó nitrógeno como método de pena capital. Esto sigue a la primera aplicación experimental del método en Alabama en Kenny Smith en 2024, durante la cual los testigos informaron escenas inquietantes de convulsiones y movimientos violentos. Ejecuciones similares con nitrógeno han recibido mucha atención, especialmente en un caso en el que los condenados continuaron respirando durante varios minutos después de la exposición al gas.
El representante legal de Boyd argumentó que el método del nitrógeno es un castigo cruel e inusual, que viola la Octava Enmienda. Sin embargo, este argumento fue rechazado por el juez federal presidente, quien afirmó que la Constitución no garantiza una muerte indolora. Boyd fue condenado basándose en el testimonio de testigos presenciales y carecía de pruebas físicas que lo vincularan con el crimen. Además, su sentencia de muerte surgió de un veredicto no unánime del jurado, una práctica permitida sólo en Alabama y Florida, donde tales decisiones pueden tomarse sin el pleno consenso del jurado.



