Los funcionarios del condado de Los Ángeles votarán sobre una moción importante que apunta a declarar un estado de emergencia en respuesta a las redadas federales de inmigración que afectan a los residentes locales. Esta posible explicación surge de la preocupación de que las continuas acciones de control de inmigración hayan resultado en dificultades financieras para las familias, lo que llevó a la Junta de Supervisores del Condado de Los Ángeles a considerar medidas como brindar alivio del alquiler a los inquilinos afectados.
La declaración propuesta le daría a la Junta la autoridad para asignar fondos para ayuda financiera, incluida la ayuda para el alquiler de los residentes que luchan por mantener sus pagos en medio de políticas de inmigración más estrictas. La oficina del supervisor Lindsey Horvath anunció que se espera que dentro de dos meses se lance un portal en línea que permitirá a las personas elegibles solicitar estos fondos. Además, la declaración de emergencia podría servir como precursora de una moratoria de desalojos, aunque tal medida requeriría una mayor deliberación por parte de la administración.
El contexto de esta iniciativa tiene sus raíces en la agresiva estrategia de control de la inmigración empleada bajo la administración Trump, especialmente desde junio. La región de Los Ángeles ha visto un marcado aumento en la actividad de los agentes federales, que han realizado redadas en varias áreas públicas, incluidos depósitos de viviendas y paradas de autobús. Estas acciones han causado temor y perturbación generalizados en la comunidad, y algunos informes indican que ciudadanos estadounidenses también han sido arrestados durante estas operaciones.
Los supervisores Horvath y Janice Hahn han expresado serias preocupaciones sobre el impacto de estas redadas en las familias y empresas locales. Horvath argumentó que las acciones de aplicación de la ley socavan la estabilidad de los hogares, interrumpen la educación y colocan a las personas en una posición precaria al tener que elegir entre la seguridad y la seguridad de la vivienda. “Así es como contraatacamos”, declaró, enfatizando la necesidad de una declaración de emergencia.
En la reunión de la junta directiva de la semana pasada, los supervisores votaron 4-1 a favor de incluir la declaración de emergencia en la agenda para mayor discusión. La supervisora Kathryn Barger emitió el único voto en contra, cuestionando si las redadas de inmigración realmente constituían una emergencia. También expresó su preocupación por el posible impacto en los propietarios, muchos de los cuales aún se están recuperando de las pérdidas financieras que sufrieron durante la pandemia de COVID-19, incluido el congelamiento de los desalojos y los aumentos de alquileres.
Barger esperaba que declarar el estado de emergencia pudiera generar desafíos legales, lo que refleja la atmósfera polémica que rodea el tema. Daniel Yukelson, director ejecutivo de la Asociación de Apartamentos del Gran Los Ángeles, se hizo eco del sentimiento de preocupación entre los proveedores de viviendas, indicando que si bien existe empatía por los inquilinos que enfrentan desafíos debido a las actividades de ICE, no hay evidencia sustancial que vincule directamente las redadas con la incapacidad de pagar el alquiler.
Yukelson advirtió que permitir aplazamientos de alquileres basados en la aplicación de la ley de inmigración podría empeorar la ya crítica escasez de viviendas asequibles en el área, desestabilizando aún más a la comunidad. Mientras la junta se prepara para votar, las discusiones reflejan una tensión más amplia entre proteger a las poblaciones vulnerables y abordar las realidades financieras que enfrentan los propietarios a raíz de los desafíos económicos actuales.