Las tensiones entre Estados Unidos y Colombia han aumentado significativamente tras las recientes declaraciones del presidente Donald Trump sobre el narcotráfico y las acciones militares en la región. Trump acusó al presidente colombiano Gustavo Petro de ser un “capo de la droga ilegal” en una publicación en Truth Social y anunció que Estados Unidos ya no proporcionaría subsidios a Colombia, un viejo aliado en América del Sur. Esta decisión es especialmente llamativa teniendo en cuenta que Estados Unidos había proporcionado más de 740 millones de dólares en ayuda al país solo en 2023.
La situación comenzó a empeorar después de que Petro acusó en septiembre a Estados Unidos de cometer “asesinato” cuando las fuerzas estadounidenses llevaron a cabo un ataque militar a un barco en aguas territoriales colombianas, que provocó la muerte del pescador colombiano, Alejandro Carranza. Petro afirmó que el barco estaba a la deriva y pidió ayuda debido a una falla en el motor, alegando que Carranza no tenía vínculos con el narcotráfico. En respuesta, Trump afirmó que Colombia no había abordado la actual crisis de producción de drogas y afirmó que Petro había alentado activamente el cultivo de coca.
Las acciones recientes del gobierno de Estados Unidos han incluido ataques militares a barcos en el Caribe destinados a interrumpir las rutas del narcotráfico. Trump ha justificado estos ataques afirmando que son necesarios para impedir el flujo de narcóticos ilegales hacia Estados Unidos. Sin embargo, los expertos en derechos humanos de la ONU condenaron los ataques y los calificaron de “ejecuciones extrajudiciales”.
La escalada de retórica y ataques militares son indicativos de un patrón más amplio de tensión en las relaciones entre Estados Unidos y América Latina, especialmente cuando Estados Unidos enfrenta desafíos del narcotráfico. Anteriormente, el gobierno colombiano no era elegible para ciertos tipos de asistencia bajo la Ley de Asistencia Exterior debido al incumplimiento de sus obligaciones en materia de tráfico de drogas, aunque una exención permitía continuar con la asistencia.
Esta disputa en curso tiene consecuencias de gran alcance no sólo para Colombia sino también para sus vecinos, mientras Estados Unidos continúa tomando medidas enérgicas contra supuestas redes de narcotráfico, incluidas aquellas vinculadas a Venezuela. Los informes sobre ataques recientes a barcos en el Caribe han provocado innumerables víctimas, lo que complica aún más el costo humano de la política antidrogas de Estados Unidos en la región.
A medida que aumentan las tensiones, ambos líderes parecen estar atrincherándose: Petro ha exigido una explicación al gobierno de Estados Unidos por el fatal ataque militar, mientras que la administración Trump continúa enfatizando su compromiso de combatir la producción y el tráfico de drogas. La dinámica en evolución entre Estados Unidos y Colombia, así como con países vecinos como Venezuela, sigue siendo precaria, con el potencial de mayores consecuencias militares y diplomáticas en los próximos meses.