Estados Unidos lanza su décimo ataque con misiles contra presuntos narcotraficantes y el número de muertos llega a 43


Estados Unidos ha intensificado sus operaciones militares contra embarcaciones marítimas presuntamente involucradas en el tráfico de drogas, marcando el décimo ataque con misiles en una campaña que ha resultado en la muerte de las seis personas a bordo del último objetivo. Este incidente, que tuvo lugar en aguas internacionales del Mar Caribe, no sólo aumenta el número total de muertos a 43, sino que también pone de relieve una aceleración significativa en la frecuencia de los ataques aéreos, habiéndose registrado tres ataques en la misma semana.

El secretario de Defensa, Pete Hegseth, anunció la huelga en las redes sociales, identificando a los fallecidos como miembros de una pandilla conocida como Tren de Aragua, con base en Venezuela. Reveló que la acción había sido aprobada por el presidente Donald Trump y supuestamente estaba dirigida a un barco reconocido por la inteligencia estadounidense como involucrado en el contrabando de narcóticos a lo largo de rutas de contrabando establecidas. Sin embargo, Hegseth no ha proporcionado ninguna prueba que respalde estas afirmaciones. Cabe destacar que este ataque fue también la primera operación nocturna del Ejército contra un barco.

En una declaración que refleja una posición controvertida de la administración Trump, Hegseth expresó que los narcotraficantes deberían ser tratados igual que las organizaciones terroristas armadas como al-Qaeda. “Si usted es un narcoterrorista que contrabandea drogas en nuestro hemisferio, lo trataremos como tratamos a Al Qaeda”, afirmó Hegseth. Hizo hincapié en un compromiso incesante para desmantelar las redes de narcotráfico, afirmando que las operaciones podrían tener lugar en cualquier momento.

La campaña de bombardeos ha generado importantes críticas internacionales, especialmente de líderes de Colombia y Venezuela, que han condenado las acciones como asesinato. Los expertos en derechos humanos de las Naciones Unidas también han expresado preocupación, sugiriendo que los ataques pueden violar el derecho internacional. Los principales tratados, incluida la Carta de las Naciones Unidas, generalmente limitan la acción militar a casos de legítima defensa, y los expertos sostienen que designar a los cárteles de la droga como «organizaciones terroristas extranjeras» no necesariamente justifica la fuerza militar.

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La campaña comenzó el 2 de septiembre y se saldó inicialmente con once víctimas mortales. Si bien se ha dirigido principalmente a barcos en el Caribe, las acciones recientes también se han extendido al Pacífico, con dos ataques reportados la semana pasada. Cabe destacar el ataque del 16 de octubre, que tuvo como objetivo un barco sumergido y dejó dos supervivientes, otra novedad en la campaña. Luego, estos supervivientes fueron enviados de regreso a sus países de origen; En un caso, el gobierno ecuatoriano liberó a un sobreviviente porque no había pruebas suficientes para procesarlo.

Las familias de las zonas afectadas han expresado su preocupación por las identidades de las víctimas, muchas de las cuales afirman que eran pescadores y no narcotraficantes. Los familiares en Trinidad y Tobago están de luto por quienes afirman que eran inocentes, lo que complica la historia en torno a los ataques.

A pesar de las crecientes preocupaciones legales y humanitarias, la administración Trump parece decidida a continuar su campaña militar destinada a desbaratar el tráfico de drogas. Durante una mesa redonda reciente en la Casa Blanca, se le preguntó al presidente Trump sobre la falta de aprobación del Congreso para tales acciones militares. Rechazó la necesidad de una declaración de guerra y afirmó: «Creo que simplemente vamos a matar a las personas que traen drogas a nuestro país».

Trump ha citado repetidamente la epidemia de opioides en Estados Unidos como justificación de los ataques, afirmando que el tráfico de drogas ha causado 300.000 muertes el año pasado, una cifra que no está respaldada por estadísticas oficiales. Los datos actuales de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades indican un número significativamente menor de muertes por sobredosis, lo que plantea dudas sobre la veracidad de las afirmaciones que justifican la intervención militar.

A medida que la situación continúa evolucionando, las implicaciones de la estrategia militar estadounidense contra el narcotráfico siguen siendo un tema controvertido que genera escrutinio tanto nacional como internacional.



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