Estados Unidos ha intensificado sus operaciones militares en el Pacífico oriental y recientemente llevó a cabo tres ataques aéreos contra embarcaciones sospechosas de tráfico ilegal de narcóticos. Estos ataques, que tuvieron lugar el lunes, habrían provocado la muerte de catorce personas, y se ha confirmado que una persona sobrevivió. El secretario de Defensa de Estados Unidos, Pete Hegseth, anunció los ataques y los describió como cruciales para la seguridad nacional en una publicación en las redes sociales.
En su anuncio, Hegseth afirmó: «El Departamento ha pasado más de DOS DÉCADAS defendiendo otros países. Ahora estamos defendiendo el nuestro», destacando el cambio de enfoque hacia la protección del territorio estadounidense de las amenazas relacionadas con las drogas. Las imágenes adjuntas mostraron un ataque que golpeó dos barcos al mismo tiempo, provocando llamas en ambos barcos. Los detalles sobre las circunstancias específicas del sobreviviente aún no están claros.
Las autoridades mexicanas han lanzado operaciones de búsqueda y rescate de posibles sobrevivientes de los ataques, pero no se ha difundido información que identifique a las víctimas ni fundamente las acusaciones de tráfico de drogas que llevaron a los ataques. Esta serie de ataques marca una escalada de la acción militar estadounidense en la región, con un total de 57 muertes desde el inicio de la campaña el 2 de septiembre. Los ataques han aumentado notablemente este mes, y Estados Unidos llevó a cabo más de diez ataques sólo en octubre.
Si bien la administración Trump ha justificado los ataques como necesarios para combatir el narcotráfico, los críticos han planteado serias preocupaciones legales y éticas. Organizaciones de derechos humanos y expertos en derecho internacional sostienen que estas acciones militares constituyen ejecuciones extrajudiciales y violan las normas internacionales contra el uso de fuerza letal contra no combatientes, a menos que exista un conflicto armado. Las Naciones Unidas han enfatizado que los esfuerzos contra el crimen organizado deben adherirse al derecho internacional establecido.
La clasificación que hace el gobierno de los narcotraficantes como «organizaciones terroristas extranjeras» tiene como objetivo cambiar la narrativa legal mientras el presidente Trump afirma que los narcotraficantes están involucrados en algún tipo de conflicto armado. Sin embargo, esta posición es cuestionada por expertos legales que sostienen que el tráfico de drogas sigue siendo una cuestión criminal más que militar.
A nivel interno, los atentados han provocado crecientes tensiones con el Congreso. Según la Constitución de Estados Unidos, sólo el Congreso tiene autoridad para declarar la guerra, mientras que las acciones militares según la Resolución sobre Poderes de Guerra deben informarse en un plazo de 48 horas. A pesar de esto, la administración Trump ha hecho declaraciones que sugieren que no buscará autorización del Congreso para operaciones en curso en el Mar Caribe y el Océano Pacífico Oriental.
En una entrevista reciente, Trump afirmó sin rodeos: “Los vamos a matar”, refiriéndose a quienes supuestamente trajeron drogas a Estados Unidos. Tales comentarios han alarmado a varios legisladores de todos los partidos. Algunos, como el senador republicano Rand Paul, han condenado los ataques como «ejecuciones extrajudiciales». El senador demócrata Mark Kelly destacó la insuficiencia de la justificación proporcionada por la Casa Blanca durante una sesión informativa en el Congreso, afirmando que las pruebas presentadas no respaldaban plenamente la narrativa transmitida al público.
Los esfuerzos del Congreso para imponer restricciones a la campaña de bombardeos se han estancado en gran medida. Aunque se han presentado algunas resoluciones, todavía no se han sometido a votación. Mientras tanto, el Senado rechazó recientemente una medida que habría requerido la autorización del Congreso para continuar con las huelgas.
En medio de estas controversias, Estados Unidos ha aumentado su presencia militar en América del Sur, incluido el despliegue de un portaaviones y buques de guerra asociados. Si bien el gobierno continúa su postura agresiva contra el tráfico de drogas en América Latina, las implicaciones de estas operaciones militares siguen siendo muy polémicas y plagadas de desafíos legales.



