En una poderosa afirmación de la justicia social y económica, el Papa León. Este texto de 100 páginas, que incluye ideas iniciadas por su predecesor, el Papa Francisco, refleja un compromiso de abordar los problemas que enfrentan las comunidades marginadas. Leo, que fue elegido en mayo, elogió repetidamente a Francisco a lo largo del documento, afirmando que el mensaje pertenece a ambos Papas y enfatizando su propia voz al articular estos valores.
El documento profundiza en las bases históricas de la preocupación del cristianismo por los pobres, basándose en enseñanzas bíblicas, ideas de los Padres de la Iglesia y mensajes de papas anteriores. Elogia a las órdenes religiosas de mujeres por su papel crucial en ayudar a los enfermos y alimentar a los hambrientos, y reconoce los movimientos seculares que abogan por los derechos de los desfavorecidos en la sociedad.
Una lección clave del documento de Leo es la tradicional “opción preferencial por los pobres” de la Iglesia Católica, que él enfatiza es no negociable y central para la identidad cristiana. Pide medidas urgentes para abordar las causas estructurales de la pobreza, junto con la necesidad de una caridad incesante para quienes sufren. “Cuando la iglesia se arrodilla junto a un leproso, un niño desnutrido o un moribundo anónimo, está cumpliendo su llamado más profundo: amar al Señor donde está más deformado”, dice Leo.
Leo se hace eco de las críticas de Francisco a los sistemas económicos que promueven la desigualdad y advierte sobre la «ilusión de felicidad» generada por la acumulación de riqueza. Destaca el inquietante crecimiento de una élite adinerada que vive en una “burbuja de comodidad y lujo”, desconectada de las luchas de la gente común y corriente. Siguiendo a Francisco, subraya que el corazón de Dios pertenece especialmente a «aquellos que son discriminados y oprimidos», instando a la Iglesia a defender con decisión a los más débiles entre nosotros.
Esta alineación con la enseñanza social de Francisco es notable, especialmente porque Leo, un estadounidense, plantea posibles interpretaciones erróneas de su posición sobre cuestiones socioeconómicas. Refutó las acusaciones de que estaba desconectado de la realidad estadounidense, argumentando que su nacionalidad le da una perspectiva más clara.
Significativamente, León firmó el documento el 4 de octubre, que coincidió con la fiesta de San Francisco de Asís, figura simbólica de su compromiso de vivir en humildad y solidaridad con los pobres. Esta fecha también tiene importancia porque marca la publicación del documento de Francisco “Fratelli Tutti” en 2020, que enfatiza la continuidad de la misión de la Iglesia de elevar a los marginados.
El argumento de Leo se extiende a una crítica de la posición histórica del Vaticano sobre la teología de la liberación, que se centra en la responsabilidad de la iglesia hacia los pobres pero que anteriormente ha sido objeto de escrutinio por su aparente alineación con los ideales marxistas. En lugar de evitar esta teología, Leo abraza sus principios y rinde homenaje a figuras influyentes como San Óscar Romero, el arzobispo salvadoreño que fue mártir por su defensa contra la violencia contra los pobres.
En un panorama donde las obras de caridad a veces son descartadas, Leo se mantiene fiel a su creencia de que representan el núcleo de la misión de la iglesia. Pide una reevaluación de las enseñanzas del Evangelio para evitar que su mensaje sea diluido por la sabiduría mundana. Este nuevo documento sirve como un llamado rotundo a un enfoque renovado en el deber fundamental de la Iglesia de cuidar a los miembros más vulnerables de la sociedad, reafirmando un legado que prioriza las necesidades de aquellos que a menudo son ignorados.