El último testimonio de un alto oficial de las Fuerzas Especiales Británicas (UKSF) ha revelado impactantes acusaciones de crímenes de guerra cometidos en Afganistán, exponiendo una falta de liderazgo y rendición de cuentas dentro de la jerarquía militar. El oficial, identificado como N1466, reveló que había expresado su preocupación por asesinatos ilegales ya en febrero de 2011. A pesar de sus advertencias, se dice que el director de las fuerzas especiales desestimó la gravedad de la situación y en su lugar orquestó un “ejercicio falso” para crear una fachada de vigilancia.
Durante las sesiones de pruebas secretas, N1466 explicó cómo se alarmaba cada vez más por las discrepancias en los informes sobre muertes de afganos en las operaciones. Recordó que las muertes reportadas no coincidían con el número de armas recuperadas, lo que generó advertencias sobre un posible encubrimiento. Particularmente conmovedoras fueron las historias de afganos que murieron bajo custodia en circunstancias que describió como “increíbles”, lo que lo llevó a sospechar que detrás de las historias oficiales había intenciones maliciosas.
En una llamativa acusación de prácticas militares, N1466 relató un caso en el que la policía militar le mostró fotografías gráficas de afganos muertos, cuyas heridas contradecían las declaraciones oficiales que indicaban que habían quedado atrapados en fuego cruzado. Esto lo llevó a concluir que se justificaba una investigación exhaustiva sobre las muertes. Sin embargo, expresó su frustración porque el asesor legal interno no vio la necesidad de una investigación criminal.
Según N1466, la investigación ordenada por el director fue lamentablemente engañosa y se centró en evaluaciones de procedimiento en lugar de abordar los alarmantes patrones de muertes. Criticó a los dirigentes por no tomar en serio las acusaciones y describió una inquietante cultura de control de la información diseñada para mantener los problemas fuera del ojo público.
En un apasionado llamado a la rendición de cuentas, N1466 instó a otros miembros de las fuerzas especiales a reflexionar sobre sus valores y priorizar la integridad sobre la lealtad a la organización. Deploró el empañamiento de la reputación de élite de la UKSF debido a supuestas atrocidades, afirmando que la mayoría de los miembros no tolerarían tal comportamiento.
El testimonio también destacó la erosión de la confianza entre las UKSF y las unidades afganas asociadas, con casos de soldados afganos que expresaron indignación por lo que percibieron como una mala conducta por parte de las fuerzas británicas. Un informe describió a un soldado afgano que amenazó con detonar una granada en protesta por las acciones del UKSF que presenció durante las operaciones.
A lo largo de la investigación, N1466 proporcionó pruebas que sugerían un patrón de homicidios ilegítimos, incluidas discrepancias en la presentación de pruebas, como lesiones observadas en las víctimas que contradecían las versiones oficiales. Señaló una frecuencia preocupante de heridas de bala en la cabeza y la colocación cuestionable de armas encontradas junto a personas fallecidas.
Además, N1466 recordó un incidente inquietante en el que agentes de las UKSF abrieron fuego contra un mosquitero y descubrieron que habían asesinado a mujeres y niños. Este incidente, señaló, fue posteriormente encubierto y se tomaron medidas para presentar el tiroteo como legítimo.
La investigación sobre presuntos crímenes de guerra cometidos por las UKSF entre 2010 y 2013 continúa examinando la conducta de las fuerzas británicas en Afganistán, planteando cuestiones críticas sobre la ética militar, la rendición de cuentas y la protección de los derechos humanos en zonas de conflicto.



