El huracán Melissa, una de las tormentas más fuertes de la historia, devastó Jamaica el martes 28 de octubre. Con vientos máximos sostenidos de 300 km por hora, el huracán causó estragos en toda la isla, provocando fuertes vientos y fuertes lluvias antes de avanzar hacia Cuba.
En respuesta a la destrucción generalizada, el Primer Ministro Andrew Holness declaró a Jamaica «zona de desastre», instando a los ciudadanos a permanecer en sus casas debido a los peligros inminentes de inundaciones, deslizamientos de tierra y condiciones peligrosas. Al caer la noche, el gran impacto de la tormenta seguía siendo en gran medida desconocido; Los equipos de emergencia y las autoridades locales comenzaron la difícil tarea de evaluar los daños. Muchas regiones sufrieron cortes de energía y las redes de comunicaciones quedaron gravemente perturbadas, lo que complicó los esfuerzos por recopilar información vital sobre la destrucción.
En su apogeo, el huracán Melissa fue clasificado como tormenta de categoría 5, pero se debilitó a tormenta de categoría 3 al tocar tierra. Sin embargo, siguió representando una amenaza importante. El ministro Desmond McKenzie subrayó la gravedad de la situación y señaló que la parroquia de Saint Elizabeth, en el suroeste del país, se ha visto especialmente afectada. Esta crucial región agrícola ha sido descrita como «bajo el agua» y está sufriendo grandes inundaciones y daños a viviendas, empresas e infraestructura. Los informes indicaron que varios hospitales habían sufrido daños, lo que exacerbó la crisis en zonas ya abrumadas.
La ferocidad de la tormenta no tuvo precedentes en Jamaica, con vientos con velocidades superiores a las de los huracanes más famosos de la historia, como el huracán Katrina en 2005. Las zonas costeras fueron las más afectadas por el impacto, dejando en ruinas a Saint Elizabeth, un importante centro agrícola. Aunque no se confirmó el número de víctimas directas, se informaron al menos tres muertes en Jamaica y otras más en Haití y la República Dominicana, donde las bandas exteriores de la tormenta habían provocado inundaciones repentinas y deslizamientos de tierra. Haití, que ya luchaba contra la inestabilidad política y la pobreza, vio sus desafíos humanitarios exacerbados por el huracán.
Cuando comenzaron los esfuerzos de socorro, las difíciles condiciones del terreno obstaculizaron el acceso de los equipos de rescate a las zonas afectadas. La Cruz Roja de Jamaica ha comenzado a distribuir agua potable y kits de higiene en previsión de perturbaciones generalizadas en la infraestructura. Mientras tanto, las Naciones Unidas se estaban preparando para enviar 2.000 paquetes de ayuda desde su centro de recolección en Barbados para ayudar a Jamaica una vez que fuera seguro reanudar los viajes aéreos. La ONU también planeaba ampliar su ayuda a Cuba y Haití, donde se esperaba que las condiciones fueran igualmente terribles.
Los funcionarios locales indicaron que todavía había aproximadamente 25.000 turistas en Jamaica en el momento de la tormenta, algunos de los cuales estaban varados en las zonas afectadas. Sin embargo, el gobierno priorizó la seguridad de los residentes sobre el turismo e instó a los visitantes a buscar refugio en áreas designadas hasta que el peligro disminuyera. El reconocido atleta olímpico jamaicano Usain Bolt expresó su solidaridad en las redes sociales e instó a apoyar a la nación y especialmente a las zonas rurales más afectadas por la tormenta.
Las autoridades sanitarias continuaron emitiendo advertencias sobre posibles amenazas a la seguridad pública. Con las inundaciones de ríos, barrancos y pantanos, surgió la preocupación de que los cocodrilos fueran desplazados e invadieran áreas residenciales. La Autoridad Sanitaria Regional del Sureste (SERHA) recurrió a las redes sociales para recordar a los residentes que permanecieran atentos. Además, los funcionarios expresaron alarma sobre los impactos a largo plazo en la salud que se verían exacerbados por las condiciones de las inundaciones, advirtiendo que las enfermedades transmitidas por el agua podrían convertirse en una preocupación urgente debido a las extensas inundaciones que dañarían los sistemas de atención médica que ya están bajo presión.
Mientras Jamaica iniciaba el largo proceso de recuperación, el huracán Melissa continuaba su camino hacia Cuba, donde las autoridades se preparaban para un ataque inminente. Casi 500.000 personas de zonas de alto riesgo ya habían sido evacuadas antes de la llegada de la tormenta, y se dijo que la ciudad de Santiago de Cuba fue una de las primeras localidades afectadas. Los funcionarios cubanos centraron sus esfuerzos en proteger a los residentes, especialmente en las zonas costeras, al tiempo que preparaban infraestructura crítica para la tormenta.
Las Bahamas también se prepararon para un impacto, lo que requirió evacuaciones adicionales de las islas del sur ante la amenaza del huracán Melissa. Las bandas exteriores de las tormentas ya habían causado fuertes lluvias e inundaciones en las cercanías de Haití y la República Dominicana, contribuyendo a al menos cuatro muertes más.



