Un estudio innovador realizado por investigadores de la NASA en colaboración con Penn State ha proporcionado nuevos conocimientos sobre la preservación de moléculas orgánicas en el hielo marciano, lo que sugiere que estos compuestos podrían persistir durante decenas de millones de años. Esta investigación brinda una oportunidad prometedora para investigar la posibilidad de que existiera vida microbiana en Marte en el pasado.
Tradicionalmente, muchas misiones se han centrado en recuperar y analizar muestras de suelo o rocas de la superficie de Marte. Sin embargo, esta nueva evidencia apunta a las áreas ricas en hielo (como el permafrost y los depósitos congelados) como entornos potencialmente superiores para preservar rastros biológicos. Los hallazgos del estudio abogan por un cambio de prioridades en la búsqueda actual de vida en el Planeta Rojo.
Los investigadores simularon las condiciones ambientales de Marte en un laboratorio, simulando temperaturas y exposición a la radiación similares a las de Marte. Realizaron experimentos para observar cómo se comportaban los aminoácidos (componentes esenciales de las proteínas) cuando estaban incrustados en agua helada pura versus cuando se mezclaban con sedimentos ricos en minerales. Los resultados indicaron que los aminoácidos en el hielo puro retuvieron más del 10% de su composición original después de la exposición a una radiación equivalente a 50 millones de años de impactos cósmicos. En marcado contraste, aquellos mezclados con material sedimentario se degradaron significativamente más rápido.
Dirigidos por Alexander Pavlov, investigador principal del Centro de Vuelos Espaciales Goddard de la NASA, los experimentos implicaron someter a la bacteria E. coli, suspendida en tubos de ensayo de hielo puro y mezclas de hielo y suelo, a frío extremo (-60 °F) y radiación gamma. La inesperada longevidad de los materiales orgánicos en el hielo puro plantea dudas sobre estudios anteriores, que sugerían que incluso pequeñas cantidades de hielo mezcladas con tierra podrían acelerar la descomposición.
Pavlov teoriza que la interacción entre la radiación y las superficies minerales puede desempeñar un papel crucial en el proceso de degradación. Cuando el hielo se combina con minerales de silicato, las partículas dañinas creadas por la exposición a la radiación pueden acceder más fácilmente a las moléculas orgánicas vulnerables. Sin embargo, en el hielo sólido, el movimiento de estas partículas destructivas está restringido, lo que protege los compuestos orgánicos atrapados en su interior.
Esta evidencia convincente sugiere que los depósitos glaciares sin mezclar pueden ser más efectivos para preservar evidencia molecular antigua que las combinaciones de hielo con suelo.
Además, el estudio vuelve a centrar la atención en la importancia del hielo subterráneo en futuras exploraciones. El módulo de aterrizaje Phoenix de 2008 fue el primero en proporcionar evidencia fotográfica de hielo justo debajo de la superficie de Marte, especialmente cerca del Círculo Polar Ártico. Sin embargo, la mayoría de las plataformas robóticas actuales carecen de la capacidad de penetrar capas profundas de suelo helado.
Chris House, coautor del estudio y director del Consorcio de Ciencia y Tecnología Planetarias y Exoplanetarias de Penn State, señaló que las escalas de tiempo de preservación observadas son significativamente más largas que las de la mayoría de los depósitos de hielo en Marte, que generalmente tienen menos de 2 millones de años. Esto sugiere que si las misiones futuras pueden excavar lo suficientemente profundo, las posibilidades de recuperar restos moleculares viables aumentarán significativamente. La casa requiere misiones equipadas con herramientas más robustas que puedan acceder a estas profundidades, similar al diseño utilizado por el módulo de aterrizaje Phoenix.
Si bien los hallazgos de este estudio no prueban de manera concluyente que alguna vez existió vida en Marte, sí remodelan significativamente la búsqueda de dicha evidencia. Si alguna vez floreciera vida microbiana en el planeta, los rastros moleculares atrapados en el hielo aún podrían permanecer intactos, a la espera de ser descubiertos debajo de la superficie de Marte.