Un mapa reciente de Newsweek ilustra un cambio significativo en la estrategia militar estadounidense, con bases previamente cerradas en el Caribe reviviendo en medio de una creciente presencia militar estadounidense en América Latina. Dos lugares notables están experimentando una actividad renovada: una antigua base militar en Panamá y la Estación Naval Roosevelt Roads en Puerto Rico, las cuales han estado inactivas durante años.
Este resurgimiento militar se produce en el contexto de crecientes tensiones con Venezuela, especialmente bajo la administración del expresidente Donald Trump, quien ha expresado profundas preocupaciones por el tráfico de narcóticos supuestamente vinculado al gobierno venezolano. La reactivación de los activos militares estadounidenses en la región es parte de lo que muchos analistas ven como un esfuerzo por fortalecer la influencia estadounidense, especialmente en el Caribe y el hemisferio occidental en general.
En Puerto Rico, la Estación Naval Roosevelt Roads, cerrada desde 2004, ha sido objeto de una importante renovación y ahora está operativa nuevamente. Las imágenes satelitales actuales muestran un extenso trabajo en la pista y la infraestructura de la base, con tropas y contratistas estadounidenses involucrados activamente en las renovaciones. Los informes indican que la base ahora alberga diez aviones F-35 Lightning II, lo que fortalece la determinación de Estados Unidos de llevar a cabo operaciones antinarcóticos y al mismo tiempo sirve como una posible demostración de fuerza contra el líder venezolano Nicolás Maduro.
La reapertura de Roosevelt Roads se suma a la presencia militar estadounidense ya establecida en Puerto Rico, que incluye varias instalaciones aéreas y navales. Este reposicionamiento estratégico se complementa con la reanudación de las operaciones en Fort Sherman en Panamá, que recientemente volvió a la actividad después de permanecer sin uso desde que Estados Unidos transfirió el control del Canal de Panamá en 1999. Se han llevado a cabo ejercicios de entrenamiento conjuntos entre las fuerzas estadounidenses y sus homólogos panameños, centrándose principalmente en maniobras terrestres en terreno selvático.
El clima político en Panamá parece haberse inclinado favorablemente hacia Estados Unidos, ya que el presidente José Raúl Mulino ha priorizado el fortalecimiento de los lazos con Washington en medio de las declaraciones de Trump sobre reafirmar la autoridad estadounidense sobre el Canal de Panamá. Este cambio ha planteado interrogantes sobre el sentimiento público en Panamá, ya que las prioridades nacionales parecen estar alineadas con los intereses estadounidenses.
Además, han surgido discusiones sobre la posible reapertura de las operaciones militares estadounidenses en la Base Aérea de Manta en Ecuador, que ha estado cerrada desde 2009. Sin embargo, recientemente el sentimiento de los votantes en Ecuador ha expresado oposición a recibir tropas estadounidenses en su territorio.
También son visibles instalaciones militares estadounidenses en la Bahía de Guantánamo, Cuba, y “lugares de seguridad cooperativa” en regiones como Curazao, Aruba, Honduras, El Salvador y las Islas Vírgenes de Estados Unidos. Un portavoz del Departamento de Defensa de Estados Unidos destacó la presencia de personal en Panamá con fines de capacitación, subrayando el compromiso de incrementar las capacidades de los países socios.
Se espera que la revitalización estratégica de estas bases militares mejore las capacidades operativas de Estados Unidos en el Caribe, particularmente brindando apoyo logístico a las operaciones navales y aéreas, incluidas aquellas asociadas con el Gerald R. Ford Carrier Strike Group. A medida que crece la especulación sobre las intenciones del gobierno de Estados Unidos, Venezuela ha intensificado su movilización militar en medio de estas prácticas, lo que indica una creciente atmósfera de tensión en la región.



