Las ciudades estadounidenses están luchando con una combinación cada vez más peligrosa de contaminación extrema de calor y aire, según una nueva investigación de la Universidad de Oklahoma. Los investigadores han identificado una prevalencia creciente de «eventos compuestos», por lo que las ondas de calor coinciden con mayores niveles de contaminación del aire, lo que genera riesgos críticos para la salud pública y la sostenibilidad urbana.
El calor extremo ya es notorio porque es el peligro mortal relacionado con el clima en los Estados Unidos, que cada año superaba todas las demás amenazas climáticas en términos de muertes humanas. Chenghao Wang, Ph.D., profesor de meteorología y geografía en la universidad, ha dedicado su investigación a comprender cómo la combinación de altas temperaturas y contaminación del aire empeora los peligros para los residentes urbanos.
Los hallazgos de Wang, publicados por estudios hermanos que investigan fuentes individuales de contaminación, revelan una tendencia preocupante: las ciudades están presenciando un aumento en los períodos superpuestos de calor extremo mezclados con contaminantes nocivos, en particular en entornos urbanos. En un estudio dirigido a la relación entre los eventos de calor y la contaminación del ozono, se concluyó que las áreas urbanas experimentaron ondas de calor que no solo eran más frecuentes, sino que también eran más intensas y más sostenibles que las de los entornos nacionales. En particular, cuando los niveles de calor y ozono exploraron al mismo tiempo, los datos mostraron que el 88.8% de las ubicaciones urbanas encontraron aumentos acumulativos más grandes en ambas estadísticas en comparación con sus homólogos nacionales.
Otro aspecto de este estudio investigó durante 23 años de datos sobre la contaminación de calor y partículas finas (PM2.5). La autora principal Jessica Leffel enfatizó cómo PM2.5 puede infiltrarse en los pulmones y el torrente sanguíneo, lo que conduce a problemas de salud graves, incluidas las infecciones del tracto respiratorio y la enfermedad cardiovascular. El análisis indicó que casi el 98% de las ciudades informaron episodios más frecuentes e intensos de calor compuesto y PM2.5, con más de la mitad experimentado de mayor duración de estas condiciones negativas.
Una contribución importante a estos eventos peligrosos es el efecto de la isla de calor urbano, que retiene a las ciudades más calor que las áreas rurales circundantes debido a factores como superficies impenetrables, disminución de espacios verdes y estructuras de construcción densas. Este fenómeno evita que las áreas urbanas se enfríen de manera efectiva, especialmente durante las horas nocturnas. La agravación de este problema, las emisiones más altas del tráfico, la industria y el consumo de energía en las ciudades deterioran aún más la calidad del aire, creando una interacción peligrosa entre el calor y los contaminantes.
Dada la complejidad y la variación regional de este problema, se necesitan soluciones hechas a medida. Las intervenciones urbanas pueden incluir el aumento de la cobertura de los árboles, la instalación de techos verdes o el uso de materiales reflectantes para reducir la tabsorción de calor. Por el contrario, las áreas rurales, que pueden no enfrentarse a los mismos desafíos relacionados con el pavimento, requieren diferentes estrategias de mitigación y tambores de políticas para enfrentar los riesgos únicos que encuentran.
Los datos consistentes de estos estudios subrayan la necesidad urgente de estrategias extensas y específicas de la región para combatir las dobles amenazas de calor y contaminación del aire, para proteger las poblaciones urbanas y mejorar la salud pública general.