En las primeras horas del miércoles, un ataque coordinado con cohetes y aviones no tripulados por parte de las fuerzas rusas tuvo como objetivo Kiev y sus alrededores, lo que provocó la trágica pérdida de seis vidas y heridas a otras 17 personas, incluidos dos niños. El ataque no sólo causó daños físicos a la población, sino que también provocó cortes de energía generalizados en todo el país, lo que afectó gravemente a la infraestructura energética fundamental para el duro invierno que se avecina.
El presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, recurrió a las redes sociales para expresar su condena del ataque, afirmando: «Otra noche muestra la negativa de Rusia a sentir la presión de prolongar esta guerra». Las explosiones resonaron en Kiev, enviando columnas de humo al cielo mientras los residentes luchaban con el doble impacto del ataque: tanto físico como de infraestructura. Muchos barrios quedaron sumidos en la oscuridad y se enfrentaron a la falta de calefacción como consecuencia de los ataques a las centrales eléctricas.
Por otro lado, los funcionarios rusos afirmaron haber interceptado con éxito 33 drones ucranianos durante este período, aunque no informaron daños significativos de su lado, lo que pone de relieve la tensión militar actual entre las dos naciones. Este aumento de las hostilidades se produce tras un revés diplomático, con la cancelación de una cumbre prevista entre el presidente estadounidense Donald Trump y el presidente ruso Vladimir Putin apenas un día antes. Trump citó preocupaciones sobre la posibilidad de una reunión “desperdiciada” como motivo de la cancelación. El presidente de Estados Unidos había sugerido anteriormente que Ucrania consideraría ceder la región de Donbas a Rusia, una propuesta que Kiev rechazó categóricamente, reafirmando su compromiso con la integridad territorial nacional.
En este sombrío telón de fondo, los aliados europeos han reiterado su apoyo inquebrantable a Ucrania, subrayando que no habrá concesiones sobre su integridad territorial. El presidente Zelensky expresó su decepción con el estado de la diplomacia rusa y sugirió que seguirá siendo ineficaz hasta que sienta las consecuencias de sus acciones agresivas.
Desde el comienzo de la invasión rusa en febrero de 2022, el conflicto ha provocado una pérdida catastrófica de vidas y una gran destrucción en toda Ucrania, y las fuerzas rusas controlan casi el 20% del territorio ucraniano. A pesar de las conversaciones en curso encaminadas a lograr la paz, la violencia continúa infligiendo un profundo sufrimiento a los civiles de ambos lados.