Astrónomos confirman el descubrimiento de la nueva «Cuasi-Luna» de la Tierra 2025 PN7


En un avance significativo en astronomía planetaria, investigadores de la Universidad de Hawaii han confirmado oficialmente el descubrimiento de 2025 PN7, un pequeño asteroide designado como la cuasi-luna más nueva de la Tierra. Se espera que este objeto celeste, que acompaña a nuestro planeta en una órbita resonante desde hace unos 60 años, permanezca cerca hasta aproximadamente 2083. El anuncio se produce tras un análisis detallado publicado en la revista estadounidense NASA. Notas de investigación de la Sociedad Astronómica Estadounidensesubrayando la naturaleza dinámica de los objetos cercanos a la Tierra en nuestro sistema solar.

El descubrimiento de 2025 PN7 se realizó el 2 de agosto de 2025 utilizando el telescopio Pan-STARRS1 en el Observatorio Haleakalā en Maui, Hawaii. Este avanzado instrumento de investigación, optimizado para detectar fenómenos astronómicos transitorios, capturó inicialmente imágenes del débil objeto el 30 de julio de 2025. El análisis posterior de los datos de archivo reveló su presencia en observaciones anteriores, retrasando su trayectoria conocida varios años y confirmando su condición de cuasi-satélite. Las cuasilunas, también conocidas como cuasisatélites, son asteroides que siguen órbitas alrededor del Sol en resonancia 1:1 con la Tierra, lo que significa que completan una órbita por año, al igual que nuestro planeta. Desde la perspectiva de la Tierra, esto crea la ilusión de un compañero en órbita, aunque el objeto no está ligado gravitacionalmente a nuestro mundo.

Con aproximadamente 19 a 30 metros (62 a 100 pies) de diámetro, 2025 PN7 es una de las cuasilunas más pequeñas conocidas, lo que la hace extremadamente débil con una magnitud de aproximadamente 26, mucho más allá del rango de detección de los telescopios de aficionados. Su pequeño tamaño y su tenue brillo explican por qué eludió observaciones anteriores, a pesar de entrar en su actual órbita resonante a mediados de los años 1960. Los expertos, incluido Carlos de la Fuente Marcos de la Universidad Complutense de Madrid, coautor del estudio, lo describen como el cuasi-satélite «menos estable» identificado hasta la fecha, y es probable que las perturbaciones en la órbita provoquen que el satélite se aleje después de su duración prevista de 60 años.

Este hallazgo eleva a ocho el número total de cuasilunas terrestres conocidas, incluidos ejemplos notables como 469219 Kamo’oalewa (2016 HO3) y 164207 Cardea (2004 GU₉). A diferencia de Kamo’oalewa, que puede haberse originado a partir de una eyección lunar debido a un impacto antiguo, la dinámica orbital preliminar sugiere que 2025 PN7 es un asteroide capturado del cinturón principal, impulsado a su órbita actual por interacciones gravitacionales. Estos objetos no representan ninguna amenaza para la Tierra y ejercen una influencia gravitacional insignificante debido a su modesta masa y distancia (normalmente a varios millones de kilómetros de distancia).

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Las implicaciones de este descubrimiento van más allá de la mera catalogación. Las cuasilunas como 2025 PN7 sirven como laboratorios naturales para estudiar las resonancias orbitales y la estabilidad de las poblaciones cercanas a la Tierra, lo que podría servir de base para las estrategias de desviación de asteroides y el uso de recursos en futuras misiones espaciales. Los astrofísicos de la Universidad Northeastern han especulado que la Tierra podría albergar seis cuasilunas adicionales no detectadas, lo que destaca la necesidad de mejorar las capacidades de observación. Como señaló De la Fuente Marcos, estos esquivos compañeros están «llenos de sorpresas» y ofrecen una idea de la coreografía gravitacional que da forma a nuestro entorno cósmico.

Las observaciones continuas realizadas por equipos internacionales, incluidos los del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA, perfeccionarán la composición y la trayectoria del objeto. Por ahora, 2025 PN7 se une a un grupo selecto de escoltas celestes temporales, lo que nos recuerda que el entorno orbital de la Tierra es mucho más complicado de lo que se pensaba anteriormente. Esta confirmación no sólo enriquece nuestro conocimiento de la dinámica del sistema solar, sino que también ilustra la precisión de los instrumentos astronómicos modernos a la hora de revelar maravillas ocultas durante mucho tiempo.



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