En una notable prueba de ingenio y exploración humana, Voyager 1 utiliza su viaje épico a través del espacio interestelar, utiliza nuevos registros y devuelve valiosos datos científicos. Esta pequeña sonda fue lanzada por la NASA en septiembre de 1977 y sobrevivió mucho a su misión original, que tenía como objetivo principalmente explorar Júpiter y Saturno. Hoy en día, Voyager 1 es el objeto de mayor alcance de la Tierra, con su proceso que lleva fuera de los límites de nuestro sistema solar.
Voyager 1 llegó a los titulares en agosto de 2012 cuando se cruzó oficialmente en el espacio interestelar, dejando atrás la heli -atmósfera, un área dominada por Zonnewind. En ese momento ya estaba a más de 11 mil millones de millas de nuestro planeta natal, lo que marcó una actuación monumental al explorar el espacio. Desde entonces, ha seguido ofreciendo información invaluable sobre su entorno, de modo que la luz se desprende de la enigmática zona de transición entre la influencia de la energía solar y los misterios del espacio interestelar.
Viajando a una velocidad increíble de alrededor de 38,000 millas por hora, Voyager 1 cubre una distancia extraordinaria de más de un millón de millas por día. Aunque la ruta no conduce a una estrella específica, sin embargo sigue un cierto camino a través del espacio profundo. Para el 15 de noviembre de 2026, se espera que Voyager 1 esté a un día de luz de la tierra, una distancia tan grande que costaría 24 horas de haz de luz para alcanzar la sonda, un concepto que ilustra en gran medida la escala de su viaje.
Se alcanzará otro hito importante en particular el 28 de enero de 2027, cuando se espera que Voyager 1 sea un día ligero del sol. Esta actuación no solo establecerá un nuevo registro para los objetos realizados por las personas, sino que también servirá como un punto de referencia histórico para la exploración espacial.
La vida útil de la misión está respaldada en gran medida por un generador termo -electric de radio -isotópico, una fuente de corriente de núcleo pequeño que convierte el calor de la descomposición radiactiva en la electricidad. Aunque ya no produce un poder considerable, sigue siendo suficiente mantener en funcionamiento los instrumentos esenciales y garantizar que el canal continúe transmitiendo los datos de regreso a la Tierra. Las señales débiles pero persistentes de Voyager 1 todavía contribuyen a nuestra comprensión de los rayos cósmicos, los campos magnéticos interestelares y las ondas de plasma, datos que serían imposibles de medir del sistema solar.
Además, Voyager 1 lleva el registro de oro, una cápsula del tiempo diseñada para capturar la diversidad de la vida y la cultura en la Tierra. Este álbum contiene imágenes, sonidos y música de nuestro planeta, así como saludos en 55 idiomas. Si bien los expertos reconocen que las oportunidades que se encuentra son pequeñas, el registro dorado sirve como un gesto conmovedor para el cosmos, un símbolo del lugar de la humanidad en el universo.
Si bien Voyager 1 continúa su viaje histórico, encarna la búsqueda de la humanidad para el conocimiento y la comprensión y empuja los límites de la exploración aún más hacia lo desconocido.