En una conmovedora iniciativa destinada a reconectar a las familias con los héroes de la Segunda Guerra Mundial, ha surgido un nuevo proyecto que fortalece los vínculos entre las familias estadounidenses y los ciudadanos holandeses en honor a los soldados caídos. Desde la muerte de su hermano, William Durham “WD” West Jr., en la guerra, June West Brandt ha llevado su memoria con ella. El hombre de 93 años del área de Houston se alegró mucho cuando escuchó que la pareja holandesa Lisa y Guido Meijers visitan regularmente su lápida en el cementerio holandés americano.
Brandt recuerda a su hermano como un espíritu creativo al que le encantaba el piano y la pintura. Su estrecho vínculo hizo que su partida a la guerra fuera particularmente difícil para ella. Años después de su muerte, los Meijer, que adoptaron el monumento de West, se pusieron en contacto con Brandt y formaron una conexión que iluminó nuevos aspectos de su vida. A través de conversaciones, los Meijer descubrieron que West no era sólo un nombre en la pared, sino un individuo amable y artístico que tuvo una gran influencia en la forma en que honraban su memoria.
El Forever Promise Project, una iniciativa liderada por Robert Edsel, autor de «The Monuments Men», tiene como objetivo fortalecer los lazos familiares con la comunidad holandesa, que ha adoptado tumbas y lápidas en el cementerio desde el final de la guerra. Edsel prevé facilitar las interacciones entre las familias estadounidenses y los adoptantes holandeses que cuidan las tumbas de sus seres queridos, enfatizando la importancia emocional de estas conexiones.
Según Ton Hermes, presidente de la fundación local que gestiona las adopciones graves, aunque se cuida cada una de las aproximadamente 8.300 tumbas y 1.700 monumentos conmemorativos, sólo entre el 20% y el 30% de las familias adoptivas mantienen comunicación con los familiares de los miembros del servicio. Los Meijer, que tienen un hijo de 1 año, visitan el monumento de West aproximadamente una vez al mes y colocan flores frescas como prueba de su compromiso de honrar su legado.
La necesidad de este tipo de conexiones parece estar aumentando, ya que hay una lista de espera para adoptar una tumba o una lápida. El proceso de adopción formal comenzó en 2008, después de años de esfuerzos comunitarios para recordar y apreciar los sacrificios realizados durante la guerra. La práctica en sí se remonta a una reunión de 1945 donde la gente del pueblo buscaba una manera de honrar a los soldados estadounidenses que los liberaron.
Para muchas familias holandesas, adoptar una tumba se ha convertido en una tradición muy apreciada, que a menudo se transmite de generación en generación. Frans Roebroeks, secretario de la Fundación Holandesa de Adopción, dijo que su familia se hizo cargo de la tumba del soldado del ejército. Henry Wolf durante décadas, que recuerda los profundos vínculos que se formaron entre las familias durante la guerra.
Edsel informa que más de 300 familias han expresado interés en reconectarse con sus adoptantes, una iniciativa que apenas comienza a tomar forma. El significado emocional e histórico de este proyecto enfatiza el impacto actual de la Segunda Guerra Mundial y refuerza los valores de la memoria y la gratitud en la cultura estadounidense y holandesa.