Una nueva investigación de los desafíos de la Universidad de Columbia Británica tenía creencias previamente sobre la línea de tiempo de la esclerosis múltiple (EM), lo que indica que las señales de advertencia de la enfermedad pueden aparecer más de una década antes de que los síntomas neurológicos reconocibles se manifiesten por sí mismos. Este estudio, publicado en JAMA Network Open, utilizó extensos datos de salud provinciales para analizar patrones en la atención médica entre más de 12,000 habitantes de Columbia Británica, en los que se muestra cómo las personas tratan con los servicios médicos antes de tener el diagnóstico de EM.
Tradicionalmente, la investigación se ha centrado en los años inmediatamente anteriores a los síntomas obvios de la EM, conocidos como eventos desmielinizantes, como problemas de visión o problemas sensoriales. Sin embargo, el equipo de investigación de UBC tuvo una opinión más amplia e investigó los archivos de salud de hasta 25 años antes de que los pacientes experimentaran sus primeros síntomas notables, según lo confirmado por los neurólogos mediante amplias evaluaciones clínicas.
El estudio reveló un aumento constante en la participación de la atención médica que comenzó unos 15 años antes del inicio de los síntomas de la EM. En particular, los pacientes comenzaron a visitar a los médicos con más frecuencia para quejas vagas, como fatiga, dolor, mareos y problemas psicológicos, como ansiedad y depresión. Este período, categorizado como la fase prodrómica, indica que los primeros signos de MS pueden ser más complicados y a largo plazo de lo que se entiende.
Hubo un considerable 12 años antes de que se desarrollaran los síntomas clínicos, hubo un aumento en la consulta psiquiátrica, el fortalecimiento de la evidencia de que los signos neuropsiquiátricos, incluidos los trastornos del estado de ánimo, pueden preceder a los síntomas más típicos y sensoriales de la EM. Este hallazgo sugiere que los síntomas relacionados con la salud mental pueden servir como indicadores críticos, de modo que los proveedores de atención pueden tener la oportunidad de verificar más individuos individuales.
A medida que la línea de tiempo progresa hasta por ocho o nueve años antes del inicio de los síntomas, hubo un claro aumento en las visitas a neurólogos y artes de oftalm, probablemente vinculado al aumento de los síntomas neurológicos, como la visión borrosa o el dolor ocular, los indicadores tempranos de la participación del sistema nervioso central. Tres a cinco años antes del diagnóstico, un aumento en la medicina de emergencia y las visitas de radiología, lo que refleja una mayor urgencia para los pacientes que se ocupan de síntomas más agudos que requieren asistencia médica inmediata.
Es notable que un año antes de que aparezca el primer síntoma neurológico, la consulta en varias especialidades, en particular la neurología, la medicina de emergencia y la radiología, alcanzó un pico. Este aumento se correlaciona con la transición de síntomas sutiles del producto a manifestaciones clínicas abiertas, cuando los esfuerzos de diagnóstico se intensifican y los pacientes pueden comenzar a considerar los tratamientos modificadores de la enfermedad.
Estos hallazgos indican un cambio transformador en nuestra comprensión de la patogénesis de la EM y enfatizan la etapa prodrómica compleja y extensa de la enfermedad. Este reconocimiento ofrece nuevas oportunidades para estrategias de detección temprana que pueden retrasar o incluso cambiar la progresión de la enfermedad, de modo que los resultados del paciente finalmente pueden mejorarse.
La Dra. Helen Tremlett, profesora de neurología en la UBC y la autora principal del estudio, enfatizó las implicaciones de esta investigación para la práctica clínica. La naturaleza no específica de los síntomas tempranos, como la fatiga, el dolor de cabeza y los problemas de salud mental, confunden tanto a los pacientes como a los cuidadores, lo que resulta en diagnósticos retrasados. Reconocer la fase prodrómica puede conducir a una intervención y monitoreo oportunos, lo que minimiza el riesgo de daño neurológico permanente.
El método de investigación es particularmente notable para el uso de datos de salud clínicos y administrativos vinculados para realizar un análisis longitudinal de las interacciones de atención médica durante un período de 25 años, lo que proporciona una visión incomparable de los patrones de atención médica que conduce a un diagnóstico de EM. Este enfoque garantiza una exploración más detallada en comparación con estudios anteriores que dependen de períodos de observación más cortos.
Además, el estudio corresponde a ideas emergentes con respecto a las fases prodrómicas en otras enfermedades neurológicas, como la enfermedad de Parkinson, donde los síntomas de los motores a menudo preceden a los síntomas motores clásicos por años. La visión de estas manifestaciones tempranas puede aumentar nuestra capacidad de identificar a las personas que están en riesgo y hacer posibles las medidas preventivas.
Aunque los investigadores advierten que no todas las personas con síntomas vagos desarrollarán EM, defienden la mayor vigilancia clínica con respecto a estos primeros patrones. Los estudios futuros pueden definir aún más biomarcadores, factores de estilo de vida o influencias ambientales que influyen en este marco de tiempo prodrómico a largo plazo, que refina los enfoques para la evaluación de riesgos y la atención personalizada del paciente.
La Dra. Marta Ruiz-Algueró, la principal autora del estudio y becaria de posgrado en UBC, enfatizó la importancia temprana de los síntomas de salud mental como indicadores para el desarrollo de la EM. Esta idea plantea preguntas importantes sobre la compleja relación entre las inmunes regulaciones y los síntomas neuropsiquiátricos, de modo que se abren nuevos caminos para la exploración a los mecanismos subyacentes de la EM.
Esta investigación marca un progreso importante en el campo de la esclerosis múltiple, por lo que las opiniones establecidas sobre la línea de tiempo del desafío de la enfermedad y ofrecen una comprensión más profunda de las experiencias matizadas de los pacientes antes del diagnóstico. Subraya la necesidad de un enfoque multidisciplinario que integra neurología, psiquiatría y atención primaria, lo que facilita el reconocimiento e intervención oportunos de las señales prodrómicas.