En una reunión reciente en Quantico, Virginia, el presidente Donald Trump y el Ministro de Guerra, Pete Hegseeth, hablaron con los líderes militares superiores, con un cambio significativo en la política militar de los Estados Unidos. Esta reunión, que recolectó generales y almirantes de alto rango de todo el mundo, significó una desviación de las prioridades militares tradicionales que durante mucho tiempo se han centrado en posibles conflictos con China y Rusia. En cambio, se centró su enfoque y ella tiene recursos y estrategias militares dirigidas a amenazas observadas dentro de los Estados Unidos y los conflictos relacionados con las drogas en América Latina.
Durante la sesión, Trump no enumeró una nueva política de defensa, pero parecía indicar un cambio considerable en las prioridades estratégicas. Reorganiza las ciudades estadounidenses que gobernaron a través del liderazgo democrático, como San Francisco, Chicago y Nueva York, como ‘zonas de guerra’ que necesitan intervención militar. Sugirió que estas áreas estaban plagadas de violencia y desorden, una situación que él creía que era una reacción militar para restaurar el orden, que indicaba a los oficiales recolectados que pronto podrían ser llamados a funcionar en capacidades domésticas en lugar de mensajes distantes.
Mientras articuló su visión de una ‘guerra dentro’, Trump caracterizó segmentos de la población estadounidense, incluidos manifestantes y disidentes, en relación con los oponentes extranjeros, lo que indica una acción militar contra estos grupos. Su retórica enfatizó una actitud agresiva hacia las protestas, lo que implica que cualquier forma de opiniones desviadas ya no sería tolerada e insinuada a una militarización de la aplicación de la ley doméstica. Trump señaló que había eliminado eventos imprevistos que los soldados habían permitido previamente actuar pasivamente a la luz de la hostilidad, lo que debía retrasarse para usar la violencia contra los civiles si fuera necesario.
El pivote estratégico también incluyó un enfoque renovado en la lucha contra los carteles de la medicina que operan en Latin -América. Trump identificó estos carteles como organizaciones terroristas y dio advertencias sombrías con respecto a las capacidades militares estadounidenses al abordar este problema. Asoció el tráfico de drogas con amenazas de seguridad nacional, en particular con referencia a los problemas de fentanilo y el lanzamiento de Venezuela como objetivo principal para la acción militar, a pesar de que la DEA indica que los carteles mexicanos juegan un papel más importante en el tráfico de drogas.
Al mismo tiempo, los comentarios del Secretario Hegseeth reflejaron una desviación radical de la inclusión dentro de las filas militares. Criticó la política existente de equidad y diversidad destinada a promover la representación de mujeres y personas de color, de modo que acusaron de socavar la efectividad militar. Hegseeth explicó un mandato para restaurar un liderazgo militar predominantemente masculino y blanco, lo que indica estándares físicos y de rendimiento más estrictos que pueden afectar desproporcionadamente a las mujeres y a los funcionarios minoritarios.
Este esfuerzo conjunto para revertir las iniciativas de diversidad fue subrayado por la intención de Hegseeth para reemplazar las prácticas inclusivas con un enfoque en la meritocracia, mientras que implícitamente vincula la presencia de funcionarios minoritarios con la corrección política en lugar de capacidades genuinas. Indicó que las decisiones de contratación darían prioridad a la voluntad de luchar por la representación inclusiva, lo que evocaría preocupación por el futuro del liderazgo diverso en el ejército.
En general, el discurso en Quantico enfatizó una transformación fundamental en la historia militar de los Estados Unidos, entrelazó los cambios de política interna con una actitud de guerra hacia las opiniones anormales burguesas. Esta reforma amenaza con erosionar los valores democráticos que han apoyado las operaciones militares y han aumentado las implicaciones legales significativas, no solo con respecto al orden interno, sino también en el contexto del derecho internacional, ya que el Ejército de los Estados Unidos se enfrenta a un mayor control sobre su participación en asuntos civiles. Las implicaciones de estos cambios se extienden mucho más allá del ejército, lo que puede indicar una reubicación más amplia de los principios democráticos en diversas áreas de gobernanza.