En un memorable discurso ante el parlamento israelí, el presidente estadounidense Donald Trump reveló importantes acontecimientos militares relacionados con el conflicto en curso entre Israel e Irán. Durante este discurso, Trump confirmó que Estados Unidos está ampliando su flota de bombarderos B-2 y anunció el pedido de 28 aviones más. Esta decisión se produce tras la participación militar de Estados Unidos en el conflicto, que se intensificó tras el primer ataque de Israel contra Irán en junio de 2025.
En junio de ese año, Trump había declarado inicialmente que Estados Unidos se abstendría de una intervención militar directa. Sin embargo, poco después, Estados Unidos lanzó una serie de ataques aéreos contra instalaciones nucleares iraníes clave, incluidas Fordow, Natanz e Isfahán. Los ataques se llevaron a cabo en medio de intensas tensiones que comenzaron cuando Israel llevó a cabo su ofensiva contra Irán el 13 de junio.
Los ataques a las instalaciones de Fordow, conocidas por su enriquecimiento de uranio de alta calidad, marcaron una escalada significativa, utilizando bombas «destructoras de búnkeres» de aproximadamente 30.000 libras. Cada uno de los bombarderos B-2 desplegados disparó dos penetradores de artillería masiva GBU-57 de fabricación estadounidense, diseñados específicamente para penetrar objetivos profundamente enterrados. La ejecución exitosa de estas operaciones fue calificada por Trump como una “operación militar de gran éxito” contra el régimen iraní liderado por el ayatolá Ali Jamenei.
A pesar de los ataques, la respuesta de Irán fue contundente. La Agencia Internacional de Energía Atómica (OIEA) no informó de ningún aumento en los niveles de radiación fuera del sitio después de los ataques estadounidenses. La Agencia de Energía Atómica de Irán confirmó los ataques a los tres sitios nucleares, pero afirmó que tales acciones militares no obstaculizarían su progreso en el desarrollo nuclear.
Un sello distintivo de la tecnología furtiva estadounidense, el bombardero B-2 tiene una historia que se remonta a finales de la década de 1970, cuando las preocupaciones sobre el progreso soviético impulsaron su desarrollo. Presentado en 1988, el diseño poco convencional de ala volante del B-2 representó un paso monumental en la tecnología de la aviación. A pesar del escepticismo inicial sobre su necesidad después del final de la Guerra Fría, el bombardero fue reutilizado para ataques de precisión convencionales, asegurando su relevancia en los conflictos militares modernos.
A medida que las tensiones continúan aumentando en la región, los avances estratégicos del ejército estadounidense subrayan su compromiso de apoyar a Israel y abordar las amenazas percibidas de Irán. Los acontecimientos atraen la atención mundial y plantean interrogantes sobre la dinámica futura de las relaciones internacionales y la participación militar en el Medio Oriente.