En una saga en desarrollo entre la fiscal general de Nueva York, Letitia James, y el expresidente Donald Trump, su rivalidad de larga data se ha intensificado significativamente, marcada por una ola de confrontaciones legales y acusaciones públicas.
Letitia James, quien lanzó su campaña para fiscal general con duras críticas a Trump, lo calificó de «estafador» y «pregonero de carnaval» después de su elección. Su compromiso de investigar los negocios financieros y las políticas públicas de Trump rápidamente se hizo evidente cuando presentó una demanda acusando a Trump de inflar sus activos en miles de millones, una medida que describió como «El arte de robar», un juego de palabras con el título de sus memorias. Esta maniobra legal encontró una intensa respuesta por parte de Trump, quien la tachó de «muy incompetente» y «mala persona».
La disputa en curso dio un giro dramático cuando el Departamento de Justicia de Trump acusó a James de fraude hipotecario, indicando que su animosidad había aumentado desde su elección. A pesar de la gravedad de estas acusaciones, James mantiene su inocencia.
La demanda de James contra Trump culminó con un fallo importante el año pasado, cuando un juez lo condenó a pagar fuertes multas después de descubrir que había cometido fraude. Trump apeló la decisión y aunque un tribunal superior anuló la sentencia, confirmó la conclusión de fraude. Actualmente, James está presionando para que se restablezca el castigo, mientras que Trump intenta eliminar varias consecuencias no monetarias.
Sus enfrentamientos no se han limitado a juicios. En abril de 2023, Trump confrontó a James directamente durante una declaración para su demanda civil, donde afirmó que «todo esto es una locura» y la acusó de intentar incriminarlo de una manera que recuerda al abogado ficticio de televisión Perry Mason. Las tensiones volvieron a estallar durante una comparecencia ante el tribunal, donde Trump se negó a establecer contacto visual con James, describiendo su caso como motivado políticamente y calificándola de «pirata política».
Más allá de las disputas personales, James ha asumido un papel activo en la lucha contra las políticas de Trump como parte de una coalición de fiscales generales demócratas. Desde la toma de posesión de Trump, ha presentado numerosas demandas impugnando una serie de decisiones administrativas, incluidos intentos de socavar la ley de derecho de nacimiento y las regulaciones ambientales, además de acciones más amplias contra la extralimitación federal.
Otro capítulo importante en su batalla legal involucra a la Organización Trump, que fue acusada de fraude fiscal. Trabajando con el entonces fiscal de distrito de Manhattan, Cyrus Vance Jr., James ayudó a reunir pruebas que llevaron a la condena de la empresa por ayudar a sus ejecutivos a evadir impuestos relacionados con beneficios costosos. Aunque James no jugó un papel directo en la acusación contra Trump el año pasado por falsificar registros de la empresa, los hallazgos de su oficina contribuyeron a la investigación general sobre las prácticas comerciales de Trump.
James también supervisó la disolución de la Fundación Trump en 2019 debido a una malversación de fondos, lo que resultó en un pago ordenado por el tribunal de 2 millones de dólares a varias organizaciones benéficas. Trump admitió haber utilizado la fundación para apoyar sus esfuerzos políticos y aprobó gastar en lujos personales con fondos caritativos.
En represalia, Trump ha intentado obstruir la investigación de James con sus propias demandas, todas las cuales han sido desestimadas por los tribunales. Estos esfuerzos no sólo fracasaron, sino que también llevaron a sanciones financieras contra Trump por presentar lo que un juez describió como demandas frívolas.
Mientras esta batalla legal continúa, la tensión entre James y Trump continúa captando la atención nacional, presentando una intersección importante entre la política y la responsabilidad legal. Los resultados de sus enfrentamientos podrían moldear el panorama legal para ambas figuras en los meses y años venideros.