Un devastador tornado azotó la ciudad de Rio Bonito do Iguacu, en el sur de Brasil, el viernes 7 de noviembre, causando daños catastróficos en toda la zona. Los informes oficiales indican que al menos seis personas han perdido la vida, mientras que unas 750 más han resultado heridas. Este violento tornado, caracterizado por vientos que alcanzaron velocidades de 250 km/h (155 mph), destruyó la ciudad en cuestión de minutos, dejando tras de sí un paisaje parecido a una zona de guerra, como lo describió Fernando Schunig, jefe de la Defensa Civil de Paraná.
Imágenes aéreas muestran una destrucción generalizada, con la mayoría de los edificios de la ciudad gravemente dañados y escombros esparcidos por las calles. Las plataformas de redes sociales se han convertido en un depósito de imágenes que capturan el alcance de la destrucción, mientras tanto los residentes como las autoridades se enfrentan a las consecuencias.
En respuesta al desastre, el estado de Paraná declaró el estado de emergencia el sábado 8 de noviembre, alegando que casi el 80 por ciento de la ciudad había sufrido daños. Schunig advirtió que el número de muertos podría seguir aumentando debido al impacto directo del tornado en el centro de la ciudad, complicando los esfuerzos de rescate y recuperación.
El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, ha prometido que se enviarán funcionarios del gobierno y equipos de respuesta a desastres a la región afectada para evaluar la situación y brindar ayuda. Expresó su solidaridad con las víctimas y sus familias en este momento devastador.
Ante este desastre, las autoridades meteorológicas han emitido avisos de tormenta no sólo para Paraná, sino también para los estados vecinos de Santa Catarina y Rio Grande do Sul, en previsión de nuevos fenómenos meteorológicos graves. La región aún se está recuperando de las catastróficas inundaciones del año pasado en Rio Grande do Sul, que provocaron más de 200 muertes y desplazaron a dos millones de residentes. El recuerdo de ese desastre añade un telón de fondo sombrío a la crisis actual, lo que genera preocupación sobre la vulnerabilidad de las comunidades de la zona a fenómenos meteorológicos extremos.



