Como muestra la nueva temporada de “Soy una celebridad… ¡Sácame de aquí!” se está preparando para su debut, vale la pena resaltar los marcados contrastes en cómo se percibe el programa en Gran Bretaña y Australia, donde se filma. A pesar de su popularidad en Gran Bretaña, que atrae a millones de espectadores y genera una amplia cobertura mediática, el programa ha luchado por crear un impacto cultural significativo en su lugar de rodaje original.
La serie, presentada por el dúo icónico Ant McPartlin y Dec Donnelly, a menudo atrae cifras máximas de audiencia de alrededor de 8 millones en Gran Bretaña, lo que convierte a la competencia en un evento nacional. Los fanáticos discuten con entusiasmo las últimas aventuras de las celebridades, analizan sus reacciones ante los desafíos y especulan sobre la dinámica entre los participantes. Este compromiso inmersivo no se traduce en Australia, donde el conocimiento de los participantes británicos es mínimo; Muchos australianos ni siquiera son conscientes de la existencia del programa, y mucho menos de quiénes son las estrellas que se embarcan en las aventuras en la jungla.
La versión australiana de ‘I’m A Celebrity’, lanzada en 2015, ha tenido su propio éxito entre el público local, lo que demuestra que este formato resuena más cuando está adaptado a las celebridades australianas. Con presentadores como el Dr. Chris Brown y, más recientemente, Robert Irwin, el programa ha ganado un gran número de seguidores, aunque no ha alcanzado la misma escala que su homólogo británico. La última semana de estreno de la serie australiana atrajo aproximadamente 1,12 millones de espectadores, lo que hizo que la serie fuera popular entre ciertos grupos demográficos, pero todavía en un distante segundo lugar detrás de las cifras de la versión del Reino Unido.
La ironía de “I’m A Celebrity” radica no sólo en las diferentes recepciones entre países, sino también en las elecciones de producción relacionadas con la vida silvestre. Aunque Australia es conocida por su vida silvestre única y a menudo peligrosa, el programa en sí está filmado en Sudáfrica, lo que genera sorpresa sobre el trato a los animales involucrados en los desafíos. Aunque los productores afirman respetar las leyes de bienestar animal, los grupos defensores de los derechos de los animales siguen planteando preocupaciones sobre las implicaciones del uso de criaturas vivientes como parte del entretenimiento.
La disonancia cultural entre las raíces británicas del programa y su lugar de rodaje en Australia muestra que “I’m A Celebrity” refleja las sensibilidades británicas más que las australianas. Muestra una inclinación por el espectáculo y el drama de celebridades que resuena en el público local, mientras que el público australiano permanece en gran medida indiferente.
A medida que se desarrolla la nueva temporada, con la mezcla habitual de pruebas aterradoras y momentos conmovedores, el contraste en la recepción subraya un diálogo más amplio sobre la relevancia cultural, las celebridades y la ética del entretenimiento que involucra animales salvajes. Si bien la jungla puede ser un escenario emocionante para los espectadores británicos, para los australianos sigue siendo extrañamente distante y, en muchos sentidos, irrelevante.



