El 5 de agosto de 2024, el avión militar de Sheikh Hasina aterrizó en la base aérea de Hindon en Ghaziabad, lo que marcó su regreso a la India en medio de disturbios generalizados en su país de origen, Bangladesh. La llegada marca un capítulo conmovedor en la vida de Hasina, un reflejo de sus experiencias pasadas dentro de las fronteras de la India.
Casi cincuenta años antes, en 1975, una joven Hasina y su hermana se refugiaron en la India tras el asesinato de su padre, el jeque Mujibur Rahman, el primer presidente de Bangladesh. Estaban de vacaciones cuando un golpe militar provocó la trágica pérdida de su familia. En cuanto a la India, un aliado crucial durante la Guerra de Liberación de 1971 contra Pakistán, la entonces primera ministra Indira Gandhi concedió asilo político a Hasina.
Durante casi seis años, Hasina, junto con sus hijos, su marido y su hermana, vivieron bajo una identidad falsa en Delhi, en el elegante barrio de Pandara Road. Durante este período, construyó importantes conexiones políticas, fomentando relaciones que luego resultarían beneficiosas para su carrera en política.
Los círculos diplomáticos recuerdan con cariño la relación excepcionalmente cálida de Hasina con el ex presidente de la India, Pranab Mukherjee. Después de su muerte, ella continuó honrando su vínculo enviándole obsequios, expresando su gratitud por el asilo que recibieron durante un momento crítico de su vida.
Mientras navega por aguas políticas turbulentas en su país, su viaje a la India le sirve como recordatorio de su vínculo duradero con la nación que una vez le ofreció santuario. El contexto actual pone de relieve no sólo la complejidad de las relaciones internacionales, sino también la historia personal que las configura. Mientras Hasina reanuda las conversaciones con los líderes indios, el mundo observa de cerca y observa la importancia histórica de su regreso en medio de los desafíos políticos actuales en Bangladesh.



