Santa Fe vincula el salario mínimo a la asequibilidad de la vivienda para combatir la crisis


SANTA FE, NM – La ciudad conocida como “La Ciudad Diferente” está tomando medidas audaces para combatir la erosión cultural causada por el aumento de los costos de la vivienda. En una medida sin precedentes, Santa Fe se ha convertido en la primera ciudad de Estados Unidos en vincular los aumentos salariales directamente a la asequibilidad de la vivienda. Esta nueva regulación tiene como objetivo aliviar parte de la presión financiera causada por los altos alquileres vinculando los aumentos del salario mínimo al índice de precios al consumidor y a los alquileres justos del mercado.

El alcalde Alan Webber destaca la importancia de esta iniciativa y afirma: “El objetivo es marcar una gran diferencia garantizando que las personas que trabajan aquí puedan vivir aquí”. Enfatiza que el rico tapiz cultural de la ciudad proviene de la diversidad de sus residentes, que los funcionarios desean preservar en medio de una crisis de asequibilidad en curso.

Muchas áreas en todo el país enfrentan problemas similares a medida que los alquileres vertiginosos y los precios de la vivienda ejercen presión sobre los presupuestos familiares. Datos recientes muestran que la carga financiera sobre los hogares inquilinos ha aumentado en comparación con las condiciones previas a la pandemia.

Según la nueva ordenanza, el salario mínimo de Santa Fe aumentará a $17,50 a partir de 2027. Si bien los aumentos salariales históricos estaban vinculados únicamente a los precios al consumidor, la ciudad ahora utilizará una fórmula combinada, en la que el índice de precios al consumidor representará la mitad y los datos de alquiler justos del mercado la otra mitad. Para evitar fluctuaciones extremas, existe un límite del 5% en los aumentos salariales anuales, y los salarios no se reducirán en los años en que los precios al consumidor o los precios de alquiler caigan.

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Santa Fe adoptó por primera vez un salario digno en 2002, y la última ordenanza se basa en ajustes anteriores destinados a abordar los precios medios de las viviendas y los costos de alquiler que superan con creces los de otros mercados importantes de Nuevo México.

Reilly White, profesor de finanzas en la Universidad de Nuevo México, proporcionó a la ciudad 25 años de datos que mostraban que las personas que ganaban el salario mínimo se estaban quedando cada vez más rezagadas. Señaló que el nuevo índice debe reflejar adecuadamente las realidades tanto de los bienes raíces como del costo de vida, reconociendo las presiones duales que enfrentan los trabajadores.

El alcalde Webber describe la redacción de la ordenanza como un acto de equilibrio: garantizar que los trabajadores se beneficien sin ejercer una presión indebida sobre las pequeñas empresas, que son vitales para la economía local.

Una vez implementada por completo, se espera que la ordenanza beneficie a aproximadamente 9.000 empleados, aproximadamente el 20% de la fuerza laboral de la ciudad. Una de esas personas es Diego Ortiz, un obrero de la construcción de 42 años y padre de familia que vive en Santa Fe desde hace casi treinta años. Ortiz a menudo hace malabares con los desafíos de pagar el alquiler, comprar alimentos y garantizar que sus hijos puedan concentrarse en su educación, expresando optimismo sobre el potencial de una mayor estabilidad económica. Él cree que si los salarios aumentan en consecuencia, las familias como él experimentarán cambios positivos significativos.

En una escala más amplia, la Coalición Nacional de Vivienda para Personas con Ingresos Bajos ha señalado que los inquilinos con ingresos más bajos son desproporcionadamente negros, nativos americanos y latinos. El investigador principal Dan Emmanuel reconoce que aumentar el salario mínimo es crucial para la asequibilidad, pero advierte que puede no ser la solución para las personas mayores o con discapacidades que no forman parte de la fuerza laboral.

Si bien aumentar los salarios podría aumentar los ingresos de algunos, los expertos advierten que no resolverá de inmediato la escasez general de viviendas que continúa elevando los precios. Los funcionarios de Santa Fe lo reconocen y también están trabajando para permitir la construcción de más casas y departamentos. El desarrollo ya ha comenzado y se están construyendo nuevos complejos en las afueras de la ciudad.

El alcalde Webber informa un crecimiento modesto de sólo el 0,5% en los alquileres este año, y lo atribuye a mayores esfuerzos en materia de permisos. Además, la ciudad planea utilizar los ingresos de un impuesto a las mansiones, que apunta a las ventas de viviendas de más de $1 millón, para crear un fondo fiduciario centrado en proyectos de viviendas asequibles.

Hay mucho en juego para Santa Fe mientras el país navega por estas presiones económicas. El alcalde Webber hace preguntas críticas sobre el futuro de la ciudad: “¿Pueden las personas que trabajan aquí darse el lujo de vivir aquí? ¿Podemos mantener a Santa Fe diversa? ¿Podemos seguir siendo ‘La ciudad diferente’ a pesar de las presiones económicas en el trabajo?” A través de estas iniciativas, los funcionarios esperan proteger la identidad cultural única de Santa Fe y al mismo tiempo abordar problemas urgentes de vivienda.



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