Salterella: un fósil único arroja luz sobre la evolución animal temprana y el desarrollo esquelético


Recientemente, la intriga que rodea a los esqueletos de Halloween puede llevar a la gente a pensar en una «edad de los esqueletos» mucho más antigua, que se remonta al período Cámbrico temprano, hace entre 538 y 506 millones de años. Esta era marcó un hito evolutivo importante cuando muchos grandes grupos de animales comenzaron a desarrollar esqueletos y caparazones mineralizados, utilizando uno de dos métodos principales: construir tejidos minerales sobre una estructura orgánica o unir minerales obtenidos de su entorno en una capa exterior endurecida. Estas técnicas de construcción mostraron un notable éxito evolutivo y sobrevivieron durante más de 500 millones de años con cambios mínimos.

Entre los diversos organismos del Cámbrico, se menciona una especie única. Salterella destacó por su enfoque poco convencional para la formación de granates. Los registros fósiles de esta pequeña criatura con forma de cono indican que Salterella se apartó de las estrategias esqueléticas predominantes. En lugar de ceñirse a un único método, creó una estructura exterior cónica y luego llenó la cavidad interior con granos minerales seleccionados, lo que dio como resultado una construcción de carcasa de doble capa. Esta técnica inusual rara vez se observa en animales antiguos, lo que llevó a los paleontólogos a utilizar a menudo Salterella como fósil índice para determinar la edad de las capas de roca.

El desafío de categorizar con precisión la posición de Salterella en la jerarquía evolutiva ha desconcertado a los científicos durante años. Inicialmente se agrupó con calamares y pulpos, posteriormente con caracoles marinos, ancestros de las medusas e incluso gusanos. En la década de 1970, los paleontólogos habían agotado sus intentos de encajarlo en las categorías de animales existentes, lo que resultó en la creación de una nueva clasificación para Salterella junto con un fósil similar. Volborthella. Durante décadas, estos fósiles permanecieron en gran medida desconocidos e incomprendidos.

El cambio comenzó a desarrollarse cuando Prescott Vayda, un estudiante de posgrado en geociencias, y el profesor universitario Shuhai Xiao se embarcaron en una búsqueda para descubrir nuevos conocimientos sobre el lugar de Salterella en la historia evolutiva. Vayda enfatizó la importancia de ubicar estos fósiles en el contexto más amplio de la evolución animal, especialmente en lo que respecta al desarrollo de caparazones y esqueletos.

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La investigación duró cuatro años, durante los cuales Vayda Salterella recolectó muestras de varios lugares, incluidos el Valle de la Muerte, el Yukón en Canadá y el condado de Wythe, Virginia. Trabajando con investigadores de instituciones como Virginia Tech, la Universidad Johns Hopkins, el Dartmouth College, la Universidad de Missouri y el Museo de Naturaleza y Ciencia de Denver, analizó minuciosamente las formas, la composición mineral y las estructuras cristalinas de los fósiles para arrojar luz sobre sus orígenes biológicos y evolutivos.

Vayda descubrió que Salterella, aunque pequeña, mostraba selectividad en los materiales que utilizaba. El organismo evitó por completo los minerales arcillosos, fue selectivo con el cuarzo y parecía preferir los granos ricos en titanio, una opción sólida para un animal antiguo. La preferencia por el titanio sobre la arcilla o el cuarzo indica un nivel sofisticado de selección de materiales para la estructura esquelética.

La variedad de minerales en el caparazón de Salterella indicaba que su estructura interna tenía un propósito más allá de la mera protección: probablemente desempeñaba un papel en la estabilización del caparazón o ayudaba a las estrategias nutricionales del organismo. La evidencia fósil sugiere que Salterella pudo haber tenido pequeños apéndices, lo que le permitió recoger y organizar granos minerales para la construcción.

Basándose en su extenso análisis de la morfología, el hábitat y la arquitectura de las conchas de Salterella, los investigadores concluyeron que Salterella y Volborthella probablemente pertenecen al grupo de los cnidarios, que incluye corales, medusas y anémonas de mar modernas.

Esta reconexión de una rama de la historia evolutiva mal comprendida durante mucho tiempo enriquece la comprensión actual de cómo los primeros animales comenzaron a formar caparazones y esqueletos complejos, iluminando aspectos cruciales de las primeras innovaciones de la vida. Vayda expresó la motivación más profunda detrás de esta exploración: comprender los orígenes de la humanidad y apreciar el rico tapiz de la vida en la Tierra, una historia que es a la vez profunda y hermosa.



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