Un tribunal federal en San Francisco ha tomado una decisión importante contra el intento del gobierno de Trump de rescindir la protección legal temporal con la que más de 1 millón de personas de Haití y Venezuela viven y trabajan en los Estados Unidos. La decisión del juez de distrito estadounidense Edward Chen asegura que alrededor de 600,000 venezolanos, cuya protección temporal se ejecutaría a principios de este año o que pronto sea posible, puedan continuar viviendo legalmente en el país.
En su fallo, el juez Chen declaró que las acciones del nombre de Kristi, el Secretario del Departamento de Seguridad Nacional (DHS), para terminar y dejar tres extensiones que fueron otorgadas por la administración anterior, estaban fuera de su autoridad legal y consideradas «aleatorias y erráticas». El DHS no dio un comentario inmediato sobre el fallo.
Esta decisión sigue a una sentencia anterior de un tribunal de apelación que bloqueó los planes del gobierno de Trump para retirar la protección de los venezolanos, lo que indica que los reclamantes probablemente tendrían éxito en sus reclamos contra las acciones de la administración. Esta decisión del Tribunal de Apelaciones, emitida el 29 de agosto, se produjo después de que el juez Chen había reconocido previamente en marzo que los reclamantes tenían una fuerte posibilidad de ganar su caso contra la administración.
Con el estado protegido temporal (TPS), las personas que no pueden regresar de manera segura a su país de origen pueden regresar a su país de origen debido a las crisis, como los desastres naturales o la inestabilidad política, para vivir y trabajar en los EE. UU. Esta designación se otorga para varias condiciones de seis, 12 o 18 meses y se puede renovar siempre que las circunstancias peligrosas persistan. El estado ofrece una protección considerable contra la deportación y el empleo elegible.
La inversión del Secretario llama a las extensiones de TPS poco después del juego fue un punto de discusión y condujo a la batalla legal actual. En su defensa, argumentó que las circunstancias en Haití y Venezuela habían mejorado, alegando que ya no era de interés nacional continuar el programa TPS para migrantes de estas naciones.
La situación en Venezuela sigue siendo terrible, caracterizada por una intensa inestabilidad política, colapso económico, hambre desenfrenada y desempleo masivo, de modo que millones de personas huyen del país. Por el contrario, Haití ha estado luchando desde 2010 cuando un terremoto devastador dejó a la nación en ruinas, lo que llevó a una gran cantidad de habitantes desplazados confrontados con una seria inseguridad alimentaria y un bendreeld desenfrenado.
Las implicaciones de esta declaración pueden resonar ampliamente, ofreciendo una línea de vida continua para aquellos que recurren a las circunstancias desafiantes en su país de origen, mientras plantean preguntas sobre la política de inmigración e intereses nacionales.