Un estudio reciente publicado en la revista Science arroja luz sobre el legado genético de la intersección entre las personas modernas y las especies humanas arcaicas como los denisovanos. Esta investigación indica que tales intercambios genéticos antiguos pueden haber otorgado beneficios que han ayudado a la adaptación humana en la difusión de diferentes entornos en todo el mundo.
El enfoque del estudio es un gen que se conoce como MUC19, que juega un papel crucial en la producción de proteínas que incluyen barreras de saliva y mucosa dentro de los sistemas de respiración y digestivos. Los investigadores descubrieron una variante del gen MUC19 que proviene de los denisovanos en los latinamericanos modernos con ascendencia nativa americana, así como en muestras de ADN de individuos de ubicaciones arqueológicas en América del Norte y del Sur.
La presencia de esta variante genética en frecuencias significativas en las personas modernas sugiere que estaba sujeta a una fuerte selección natural, probablemente supervivencia o beneficios reproductivos. Aunque los beneficios exactos de esta variante genética siguen sin estar claras, la asociación con los procesos inmunes indica la posibilidad de que haya ayudado a las poblaciones a combatir los patógenos durante su migración a América hace miles de años.
Emilia Huerta-Sánchez, profesora de la Universidad de Brown y autora principal del estudio, enfatizó las implicaciones evolutivas de estos hallazgos. Ella declaró: «Desde un punto de vista biológico, identificamos un gen que parece ser adaptativo, pero cuya función aún no se ha caracterizado», lo que enfatiza la necesidad de una mayor investigación sobre el papel del gen.
Huerta-Sánchez colaboró con Fernando Villanea, David Peede y un equipo internacional en este estudio. Los enigmáticos denisovans, que recorrieron partes de Asia entre 300,000 y 30,000 años, solo son conocidos por un puñado de fósiles, incluido un bote de los dedos de Siberia que ha contribuido con ADN antiguo para el análisis. Investigaciones previas de Huerta-Sánchez identificaron otra variante de genes, EPAS1, de denisovans que contribuyeron a los ajustes de las poblaciones tibetanas a grandes alturas.
Para esta investigación, los investigadores de ADN de Denisovan en comparación con el contemporáneo obtenido a través del proyecto 1,000 Genomas, que los catálogos de variación genética mundial. Encontraron la variante de género MUC19 derivada de Denisovan que a menudo aparece en las poblaciones latinas con herencia nativa americana y en individuos de antiguas ubicaciones arqueológicas en Alaska, California y México.
El grupo de investigación realizó varias pruebas estadísticas, en apoyo de su hipótesis de que el género Denisovan MUC19 aumentó a frecuencias notables en las antiguas poblaciones estadounidenses indígenas, que manifestaron signos de selección natural. También establecieron que este gen probablemente fue transferido por intersección entre denisovans y neandertales antes de que el último se rompiera con la gente moderna.
Huerta-Sánchez señaló que este estudio subraya el papel vital del interno en la contribución de nuevas variaciones genéticas económicas dentro de la línea humana. «La novedad genética generalmente se genera mediante un proceso muy lento. Pero estos eventos que se cruzan fueron una forma repentina de introducir una gran variación nueva», explicó.
La investigación implica que esta nueva variabilidad genética puede haber sido crucial para las personas modernas en su migración a Estados Unidos, como resultado de lo cual se puede mejorar su clima inmune. «Algo sobre este gen fue claramente útil para estas poblaciones, y tal vez será o será en el futuro», agregó.
Mirando hacia el futuro, Huerta-Sánchez ha expresado la esperanza de que este reconocimiento cause más investigación sobre las funciones del gen, en particular con respecto a su papel en el cambio de secuencias de proteínas. Este estudio fue apoyado por varias instituciones prestigiosas, incluidas la Fundación Lakey y los Institutos Nacionales de Salud.