En un trágico giro de los acontecimientos en el noroeste de Nigeria, bandidos armados tendieron una emboscada el jueves a un convoy de personal de seguridad en el estado de Zamfara, lo que provocó la muerte de ocho agentes de seguridad. Este incidente pone de relieve la violencia actual atribuida a las bandas criminales que azotan la región, hecho confirmado por declaraciones tanto de la policía local como del gobernador del estado.
El estado de Zamfara se ha convertido en un foco de crímenes violentos cometidos por estos «bandidos», que participan en una variedad de actividades criminales que incluyen robo de ganado, redadas en aldeas, secuestros y destrucción generalizada de propiedades. Operando desde vastas áreas boscosas que abarcan varios estados (a saber, Katsina, Kaduna, Sokoto, Kebbi y Níger), estas bandas lanzan ataques coordinados contra poblaciones civiles desprevenidas.
La emboscada tuvo lugar alrededor del mediodía en una importante carretera que conecta los estados de Zamfara y Katsina, donde los bandidos abrieron fuego contra el personal de seguridad. El gobernador Dauda Lawal Dare lamentó el incidente en las redes sociales y confirmó la pérdida de “ocho hombres de seguridad”, entre ellos personal policial y miembros de la Guardia de Protección Comunitaria, una milicia respaldada por el gobierno. Posteriormente, la policía local corroboró el relato del gobernador, confirmando la muerte de cinco policías durante la emboscada y reconociendo su valentía y sacrificio, aunque no hizo mención a los tres milicianos que también murieron.
Después del ataque, las fuerzas de seguridad entablaron un tiroteo con los bandidos y, según informes, neutralizaron a algunos de ellos. Sin embargo, muchos de los atacantes lograron huir del lugar. La continua amenaza que representan estos grupos criminales ha llevado a las autoridades a intensificar las patrullas de seguridad, mientras los bandidos levantan regularmente barricadas en las principales carreteras, atacan vehículos y secuestran a viajeros para pedir rescate.
A pesar de las operaciones militares para desmantelar estas pandillas desde 2015, la violencia continúa sin disminuir. Las estrategias gubernamentales anteriores, incluida la oferta de amnistía e incentivos financieros, en gran medida no lograron detener la ola de violencia. En estados cercanos como Kaduna y Katsina, las comunidades locales han intentado negociar acuerdos de paz con los bandidos, una estrategia vista con escepticismo por algunos expertos en seguridad; Temen que tales acuerdos puedan permitir, sin darse cuenta, que los bandidos lleven a cabo más ataques.
Si bien la principal motivación de estas empresas criminales sigue siendo el beneficio económico, existe una creciente preocupación por las posibles alianzas entre bandidos y grupos yihadistas que operan en el noreste. Esta inquietante conexión genera alarma entre funcionarios y analistas de seguridad, indicando un deterioro de la situación de seguridad en la región que exige una intervención inmediata y efectiva.