Como el enfoque de los Juegos Olímpicos de 2024, la idea de nadar en el Sena se ha convertido en un tema de considerable interés en los medios, lo que enfatiza la inclusión planificada tanto en eventos oficiales como en el posible acceso público. En medio de los crecientes costos y la disminución del apoyo comunitario para organizar eventos a gran escala, los parisinos fueron tratados con la idea de nadar en su icónico río, heredando el marco como un rejuvenecimiento de una tradición a largo plazo.
Históricamente, nadar en el Sena está lejos de ser un nuevo concepto. Hay indicios de que los baños en el río se pueden rastrear hasta el siglo XIII, aunque la documentación detallada es escasa. La práctica recibió un control en el siglo XVII, lo que llevó a la primera prohibida oficial destinada a administrar la desnudez y la seguridad públicas. Con el tiempo, surgieron ramas para nadadores, especialmente a fines del siglo XVIII, que se convirtieron en escuelas de natación y acomodaciones más complejas.
A pesar de innumerables prohibidos por nadar en el Sena a lo largo de los siglos, estas limitaciones no han limitado por completo la práctica. Desde el primer prohibido en el siglo XVII debido a las preocupaciones sobre la decencia pública hasta el decreto prefectural duradero de 1923 prohíbe la natación, la evidencia sugiere que el entusiasmo público por esta actividad continuó existiendo. Los años interbellum vieron un renacimiento de las compañías de natación, en particular en los suburbios, aunque las piscinas públicas finalmente eclipsaron el Sena como una ubicación preferida para el tiempo libre.
Hoy en día, un espíritu indomable se queda bajo los nadadores, con una mezcla de natación recreativa y activista. Los eventos deportivos organizados han traído a los nadadores al Sena, mientras que los amantes del agua fría han tomado sus canales en violación de la prohibición, con la ayuda de medidas de seguridad para garantizar su pozo. Los esfuerzos históricos para enfatizar los problemas con la calidad del agua tienen actos políticos de natación, como las manifestaciones del Partido Verde en 2005 y las iniciativas en curso de ONG como la Red de Ríos Europeos.
Además, los eventos de natación colectivos dentro de las áreas designadas están aumentando en condiciones seguras, como resultado de una paradoja en la que las autoridades de la ciudad se esfuerzan por mejorar la calidad del agua en el Sena y al mismo tiempo imponer prohibiciones de natación. Varias ciudades han adoptado la natación urbana en toda Europa, lo que enfatiza tanto los beneficios de las instalaciones sanitarias mejoradas como la creciente necesidad de soluciones de enfriamiento locales en medio de los desafíos del cambio climático.
La relación entre la natación urbana y los pies climáticos se está volviendo cada vez más importante, especialmente porque ciudades como París fortalecen el riesgo de olas de calor. Para combatir esto, se han establecido áreas de natación temporales, que sirven como salas de enfriamiento y al mismo tiempo fomentan la interacción pública con las vías fluviales urbanas.
Mientras que los Juegos Olímpicos aparecen en el horizonte, París está en una encrucijada. El impulso de los baños de río despierta un legado histórico, al tiempo que aborda las urgentes preocupaciones de ajuste climático. Las discusiones en curso sobre el baño urbano en el Sena son una indicación de que un movimiento más amplio crea espacios accesibles y refrescantes en medio de las temperaturas globales crecientes, lo que hace que el futuro de la natación en París sea un tema de aguda importancia y significado común.