El reconocido científico James Watson, codescubridor de la estructura de doble hélice del ADN, murió el jueves a la edad de 97 años en East Northport, Nueva York. Su hijo, Duncan, confirmó su muerte el viernes y dijo que Watson había recibido cuidados paliativos después de pasar de un tratamiento hospitalario por una infección a principios de esta semana.
Watson saltó a la fama a la edad de 24 años cuando, junto con Francis Crick y Maurice Wilkins, recibieron el Premio Nobel de Fisiología o Medicina en 1962. Su descubrimiento pionero en 1954 reveló la estructura de doble hélice del ADN, cambiando fundamentalmente la comprensión del almacenamiento de información genética, la replicación celular y la herencia. Este avance se considera uno de los avances científicos más importantes del siglo XX y sentó las bases de la biología molecular moderna.
Durante su carrera, Watson escribió obras influyentes como ‘La doble hélice’ publicada en 1968, que describía el proceso de descubrimiento, y ‘Biología molecular del gen’ en 1965. También fue el primer director del Centro Nacional para la Investigación del Genoma Humano, un controvertido proyecto de los Institutos Nacionales de Salud destinado a cartografiar el genoma humano, que consta de aproximadamente 3 mil millones de pares de bases, representados por las letras químicas A, T, C y G. Watson abandonó el proyecto en 1992. en medio de desacuerdos con la directora de los NIH, Bernadine Healy, sobre la patente de la secuencia del genoma humano.
Sin embargo, los últimos años de Watson estuvieron marcados por una importante controversia debido a sus comentarios sobre la raza y la inteligencia. En un cambio preocupante, enfrentó una condena generalizada por comentarios en entrevistas, particularmente aquellas de 2007 y 2019, en las que sugería diferencias genéticas en la inteligencia entre razas. Tras estas declaraciones, el Laboratorio Cold Spring Harbor, en el que había colaborado desde 1968, se distanció de él. Su jubilación fue revocada y despojado de todos los cargos administrativos y tutelares debido a sus opiniones controvertidas, que la junta consideró incompatibles con los valores de la institución.
El legado de Watson sigue siendo un conjunto complejo de logros científicos innovadores, entrelazados con comentarios sociales controvertidos. Su muerte marca el final de una era para una figura cuyo trabajo dio forma al curso de la genética, mientras que sus acciones posteriores provocaron una conversación sobre la ética, la responsabilidad y el impacto de la autoridad científica en las percepciones sociales.



