Créditos: DailyGalaxy.com
Un estudio innovador realizado por un equipo internacional de investigadores sugiere que todos los rastros de vida conocidos se remontan a un solo organismo que vivió hace unos 4.200 millones de años, considerablemente en lugar de pensar anteriormente. Este organismo, conocido como el último antepasado común universal (LUCA), se originó durante el Hadean Eon, sucesivamente después de la formación de la Tierra hace unos 4.500 millones de años.
Publicado en Ecología y evolución de la naturalezaLa investigación dirigida por Edmund Moody de la Universidad de Bristol utilizó un nuevo enfoque para rastrear las secuencias genéticas de las especies modernas. Al usar un reloj molecular, que sigue la velocidad de las mutaciones acumuladas, el equipo pudo estimar la existencia de Luca mucho antes del consenso anterior de aproximadamente 3.800 millones de años. Moody notó: «Los genes no evolucionan por separado. Se intercambian por líneas, lo que hace que la historia sea desordenada», ya que notan que sus modelos reconcilian esta complejidad con la historia genealógica de las especies.
Los hallazgos indican que Luca floreció en un momento en que la Tierra todavía se estaba enfriando gradualmente, lo que sugiere que los procesos biológicos comenzaron a obtener una forma notablemente rápida, dadas las condiciones ambientales correctas. Esta conclusión coloca la vida de Luca en un período de tiempo crucial y plantea preguntas sobre el surgimiento de los sistemas biológicos.
Curiosamente, los investigadores descubrieron que Luca, aunque parecía una célula procariota, probablemente tenía características que apuntan a una estructura biológica más avanzada de lo que se suponía anteriormente. Parece haber tenido mecanismos defensivos contra virus viejos, lo que indica la existencia de lo que puede describirse como un sistema inmune temprano. Luca probablemente floreció en entornos hidrotérmicos extremos, donde las condiciones de alta temperatura y presión crearon un ambiente químico rico que es propicio para los procesos metabólicos. Este entorno ecológico único puede haber producido un ecosistema rudimentario en el que los desechos de un microbio sirvieron como alimento para el otro y establecieron una red alimentaria básica.
El profesor Tim Lenton de la Universidad de Exeter, coautor del estudio, enfatizó que Luca no era un organismo aislado, sino una parte integral de un ecosistema interconectado mutuamente que finalmente conduciría a la diversificación de la vida en la Tierra.
Las implicaciones de esta nueva línea de tiempo son considerables. El estudio acorta la brecha entre la formación de la tierra y el ascenso de la vida, lo que sugiere que la vida podría desarrollarse excepcionalmente rápidamente en las circunstancias correctas. Esto lleva a consideraciones más amplias en el campo de la astrobiología, en particular la búsqueda de firmas de biosa en otros planetas, como Marte o las lunas heladas de Europa y Encelado, donde se han detectado actividades hidrotérmicas comparables.
Sin embargo, varias preguntas fundamentales permanecen sin respuesta, incluida la forma en que las moléculas auto -replicadoras formaron por primera vez y los procesos químicos que promovieron la herencia estable. Estos misterios representan la próxima frontera en la investigación de Origins.
Aunque Luca no es la primera forma de vida, representa el primer antepasado que hoy en día se comparte entre todos los organismos vivos, desde bacterias hasta personas. El trabajo de los investigadores profundiza nuestra comprensión de la historia evolutiva de la tierra e indica una visión más compleja y resistente de la vida en el universo de lo que se pensaba anteriormente. Se espera que las investigaciones futuras refinen estos hallazgos, que pueden incluir nuevos datos genéticos y recreaciones experimentales de entornos terrestres tempranos.