El gobierno de Trump ha sido criticado por lidiar con la investigación sobre el cambio climático, describiendo las acciones recientes como un intento de manipular los hallazgos científicos. Los grupos ambientalistas han presentado una demanda esta semana, alegando que la administración no solo compra el financiamiento de científicos federales y también el rechazo de importantes científicos federales, sino que ahora reescribe activamente la ciencia climática para apoyar las agendas políticas.
Los antecedentes de esta controversia se centran en la iniciativa de la Agencia de Protección Ambiental (EPA) para involucrar el hallazgo, una evaluación importante de 2009 que concluyó que el dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero representan una amenaza para la salud pública, lo que significa que la acción regulatoria es posible bajo la Ley del Aire Limpio. En medio de este contexto, el Ministerio de Energía (DIY) publicó recientemente un informe que supuestamente evalúa los efectos de las emisiones de gases de efecto invernadero en el clima estadounidense, adaptado a los esfuerzos de la EPA.
Este informe, etiquetado como «una evaluación crítica de los efectos de las emisiones de gases de efecto invernadero en el clima estadounidense», fue creado por un grupo de cinco científicos independientes elegidos por el secretario de energía Chris Wright. Los críticos afirman que el informe, completado apresuradamente antes del 28 de mayo, después de recibir instrucciones en marzo, carece de transparencia y credibilidad. Los autores, conocidos por sus puntos de vista opuestos sobre la ciencia del clima, afirman que los efectos económicos negativos del calentamiento impulsado por el carbono pueden exagerarse y sugerir que algunas tendencias de calentamiento pueden atribuirse a los ciclos climáticos naturales en lugar de la actividad humana.
Expertos como Phil Duffy, ex asesor de políticas científicas en las administraciones BIDD y Obama, afirman que el informe muestra incorrectamente una gran cantidad de investigaciones revisadas por pares y el consenso ignora que las actividades humanas son una fuerza impulsora detrás del cambio climático. Los controles de hechos publicados por numerosas organizaciones orientadas al clima han documentado más de 100 reclamos engañosos hechos en el informe.
En respuesta a las críticas, el Ministerio de Energía defendió la integridad de los científicos que fueron seleccionados al señalar su supuesta estricción y honestidad. Sin embargo, las cifras clave en la comunidad científica afirman que el informe tiene propósitos puramente políticos en lugar de la integridad científica. En particular, han surgido acusaciones de que algunos autores tienen lazos con la industria de los combustibles fósiles, lo que expresa preocupación por los posibles conflictos de intereses.
El secretario de energía, Chris Wright, mismo ex director de petróleo, ha sido pronunciado sobre su trivialización del cambio climático, lo que sugiere que es un «subproducto del progreso». Afirma públicamente que la expansión del acceso al consumo de energía debe seguir siendo una prioridad, lo que insinúa que las amenazas observadas de cambio climático son exageradas.
En medio de estos eventos en desarrollo, los críticos están tratando de garantizar que la administración intente revisar o censurar la investigación climática existente, en particular centrado en informes federales extensos como la evaluación climática nacional, que generalmente dependen de extensas contribuciones de innumerables científicos durante varios años. Esta posible revisión también ha causado una alarma dentro de la comunidad científica.
La demanda presentada por el Fondo de Defensa Ambiental y la Unión de Científicos de Conern intenta disputar la legalidad de los procedimientos al crear el grupo de trabajo climático, que según los informes se explota a la experiencia de los expertos. La demanda enfatiza el requisito de que los paneles de asesoramiento bajo supervisión federal deben ser transparentes y diversos en su representación.
Al abordar los pasos legales, la EPA decidió no comentar directamente y adherirse a su política en contra de discutir las demandas actuales. Mientras tanto, el Ministerio de Energía se ha detenido en respuesta a preguntas sobre el informe y la controversia circundante. El resultado de esta situación podría tener implicaciones importantes sobre cómo se entenderá y abordará el cambio climático a nivel federal en los próximos años.