Según los relatos de los deportistas y sus representantes legales, al menos 11 de los 14 de los 14 inmigrantes de los Estados Unidos a Ghana son deportados a Ghana. Esta afirmación está en contradicción con las declaraciones de las autoridades ghanesas, quienes afirmaron que los deportados se habían reducido a su país de origen.
Los deportados informaron circunstancias serias en el campamento militar de Bundase, ubicado al borde de Accra, la capital de Ghanas, que describen sus circunstancias como «terribles». Entre los en espera, cuatro nigerianos, tres togoleses, dos malis, así como una persona de Gambia y Liberia. Inicialmente deportado el 6 de septiembre, el grupo proporcionó sus cuentas a Associated Press mientras mantenía el anonimato debido a su seguridad, lo que dificulta confirmar su estado actual de forma independiente.
Aunque uno de los deportados ha regresado con éxito a Gambia, existen informes contradictorios sobre los demás según documentos judiciales. Una explicación indica que dos hombres pueden haber sido enviados de regreso a Nigeria, después de que se separaron del grupo a la llegada.
El reclamo del gobierno ghanés, realizado por el portavoz presidencial Felix Kwakye Ofosu, de que las 14 personas fueron enviadas de regreso a sus respectivos países, está en desacuerdo con las afirmaciones de los deportados. A pesar de las preguntas, Ofosu no dio una respuesta inmediata a las solicitudes de aclaración.
La incertidumbre en torno a estas deportaciones enfatiza la política de inmigración rápida y agresiva que la administración Trump está siendo perseguida, que a menudo afirman poner en peligro los derechos legales y la seguridad de los inmigrantes. Varios deportados indicaron que no recibieron información sobre las razones de su deportación, en la que algunos entre siete meses y un año dedicaron la detención estadounidense e incluso han obtenido victorias en sus casos de inmigración.
Las cuentas de testigos oculares describen una experiencia de deportación dolorosa, con informes de personas fascinadas y colocadas en casos coercitivos durante su vuelo a Ghana. Un deportado nigeriano expresó problemas de salud y notó que muchos se enferman debido a la mala calidad del agua y los alimentos insuficientes. Otro deporte de Togo, de 28 años, repetía sentimientos similares y declaró que no estaban al tanto de la deportación o su destino.
Los representantes legales aumentan las alarmas sobre las implicaciones de estas deportaciones, lo que sugiere que representan una evitación de las leyes de inmigración estadounidense que tienen como objetivo proteger a ciertas personas a regresar a situaciones potencialmente peligrosas en su país de origen. Un juez estadounidense declaró que, a pesar de reconocer la protección legal, su jurisdicción era limitada tan pronto como los migrantes llegaron a Ghana.
Meredyth Yoon, un director de proceso que representa a algunos deportados, enfatizó la peligrosa situación con la que se enfrentan. Expresó la preocupación de que la insistencia del gobierno ghanés en ausencia de los deportados puede ser un pretexto para evitar la responsabilidad de su seguridad.
El programa de deportación bajo la administración Trump fue recibido con duras críticas de los defensores de los derechos humanos, que enfatizan la necesidad de procesos de detección adecuados para los solicitantes de asilo antes de la deportación. Las solicitudes de comentarios de la aplicación de la inmigración y la aduana y el Ministerio de Seguridad del Interior han permanecido sin respuesta.