Un estudio innovador dirigido por investigadores de la Universidad de Colorado Boulder ha presentado la alarmante presencia de parafines clorados de cadena promedio (MCCPS) en la atmósfera de Lamont, Oklahoma. Esto marca la primera detección de MCCP en el hemisferio occidental, que expresa importantes preocupaciones sobre los efectos ambientales y de la salud y desafiando los supuestos existentes sobre los contaminantes químicos utilizados en los procesos industriales.
Durante años, la comunidad científica se ha centrado en varios contaminantes nocivos, incluidos parafines clorados con cadenas cortas (SCCP), que se han prohibido en los Estados Unidos desde 2009 debido a su naturaleza tóxica. Los investigadores sorprendieron el hallazgo inesperado de MCCP, que son conexiones de cadena comparables pero más largas. Según Daniel Katz, el autor principal del estudio: «Es muy emocionante como científico encontrar algo tan inesperado que no miramos». Este descubrimiento sugiere una posible brecha en la comprensión de las contribuciones estadounidenses a la contaminación química global.
El equipo de investigación utilizó espectrometría de masas de ionización química avanzada (CIMS) para detectar MCCP en el aire en Lamont en concentraciones impresionantes, se informa miles de veces por encima de los niveles de fondo típicos. Los datos indicaron que estos contaminantes probablemente tienen fuentes terrestres más cercanas de lo que se pensaba anteriormente.
Un aspecto crítico de la investigación apunta al uso de Merts biosólidos, derivado del lodo de purificación de aguas residuales municipales, como un manejo de contaminantes químicos como MCCPS. Los agricultores en Oklahoma a menudo aplican estos fertilizantes para mejorar el contenido de alimentos en el suelo. Katz señaló que cuando este lodo se distribuye sobre los campos, pueden liberar conexiones tóxicas en la atmósfera. Este hallazgo inesperado provoca preocupaciones sobre las posibles consecuencias ambientales y para la salud a largo plazo del uso de fertilizantes biosólidos, que anteriormente se consideraban una práctica agrícola benigna.
Con propiedades químicas específicas con las que pueden continuar existiendo en el medio ambiente, los MCCP pueden convertirse en el aire porque las partículas finas son canceladas por el viento, especialmente cuando el suelo se calienta. Las fluctuaciones de la temperatura diaria parecen influir en la concentración de MCCP en el aire, lo que sugiere que incluso las actividades agrícolas comunes pueden contribuir involuntariamente a los crecientes peligros del medio ambiente.
Este descubrimiento también plantea preguntas sobre la regulación de los productos químicos en los EE. UU. La transición de SCCP a MCCPS después de que la prohibición del primero en 2009 ilustra un tema recurrente en la política ambiental: las consecuencias involuntarias de las regulaciones. Mientras los fabricantes buscaban alternativas a los SCCP, recurrieron a MCCPS, que son nuevos desafíos para la salud pública y la seguridad ambiental. Eleanor Browne, miembro de Cires en CU Boulder, enfatizó la necesidad de extensos marcos regulatorios que tengan en cuenta el potencial de reemplazos para que también sean peligrosos.
Las implicaciones para la salud de la exposición a largo plazo a los MCCP siguen siendo en gran medida desconocidos. Los estudios toxicológicos provisionales indican que pueden provocar estrés hepático, interrupción endocrina y daño en el desarrollo en animales. Aunque los datos humanos son limitados, ha habido indicaciones de la acumulación de toxina en la sangre humana, especialmente en áreas con altas emisiones de actividades industriales. La naturaleza persistente de los MCCP, relacionado con «productos químicos para siempre» como los PFA, requiere preocupación por su acumulación en las cadenas alimentarias y los efectos de la salud de larga distancia.
Actualmente no hay estándares federales de calidad del aire para MCCPS, dejando brechas significativas en la protección de la salud pública. Los resultados de Oklahoma se han centrado en la necesidad urgente de que las agencias gubernamentales implementen pautas más estrictas y sigan activamente estos químicos tóxicos en el medio ambiente. Katz señaló: «Es importante que continuemos teniendo agencias gubernamentales que puedan evaluar la ciencia y regular estos productos químicos si es necesario para la salud y la seguridad pública».
En el futuro, el equipo de investigación planea investigar las variaciones estacionales y regionales de los MCCP para comprender mejor su comportamiento ambiental e identificar la contaminación de los puntos críticos. También tienen la intención de probar los suelos locales y el lodo biosólidos para rastrear el viaje de los MCCP desde las plantas de tratamiento de aguas residuales hasta los campos agrícolas.
A la luz de estos hallazgos, los legisladores del estado comienzan a evaluar las regulaciones que rodean las aplicaciones biosólidas, por lo que algunos estados ya están discutiendo límites más estrictos sobre su uso. A medida que aumenta la preocupación por el público, el llamado a un monitoreo y una regulación más extensos de productos químicos tóxicos se vuelve más fuerte, mientras que los fabricantes deben buscar alternativas más seguras para aditivos tóxicos que a menudo se usan en entornos industriales.