El mes pasado, ocurrió un importante incidente de guerra con drones en Tijuana, México, cuando tres drones equipados con explosivos detonaron frente a la oficina de una fiscalía local. El ataque tuvo como objetivo una unidad antisecuestros de la Fiscalía General del Estado de Baja, causando daños a seis vehículos estacionados por una ráfaga de clavos, perdigones y metralla. Este ataque fue confirmado por funcionarios del gobierno mexicano y fue orquestado por un cartel de la droga, lo que ilustra la tendencia creciente del uso de drones con vista en primera persona (FPV) en el crimen organizado. Esta táctica refleja las estrategias militares que se utilizan actualmente en zonas de conflicto como Ucrania.
Incidentes anteriores han puesto de relieve la creciente sofisticación de las operaciones de los cárteles. A principios de este año, una emboscada con un dron explosivo hospitalizó a dos soldados mexicanos y un oficial de policía en el estado fronterizo de Chihuahua, lo que llevó a la incautación de tres drones. Los informes indican que ha habido más de 260 ataques con drones equipados con explosivos en 2023. Además, a una emboscada con drones en 2024 le siguió lo que parecía ser un ataque de estilo infantería en una zona remota de México.
Según Stephen Honan, del Atlantic Council, las capacidades ahora accesibles a actores no estatales como los cárteles están desdibujando las líneas entre los sindicatos criminales y las fuerzas militares. Esta tendencia señala un cambio en los métodos operativos de los cárteles, que adoptan cada vez más características híbridas de crimen organizado, fuerzas paramilitares y terrorismo.
Históricamente, la amenaza que representan los cárteles no es nueva. En las últimas dos décadas ha habido una convergencia entre el crimen organizado y los grupos paramilitares, especialmente a medida que las organizaciones criminales reclutan a ex militares y utilizan tácticas militares para afirmar el control. Los informes del grupo de expertos antiterrorista de la Unión Europea destacan que la distinción entre crimen organizado y terrorismo a menudo se entrelaza, y ambos se refuerzan mutuamente.
La evidencia de 2011 muestra que los cárteles utilizaron artefactos explosivos improvisados colocados en vehículos, armas antiaéreas y diversas armas en enfrentamientos con las fuerzas del orden. La Cruz Roja señaló que muchos grupos no operan de forma independiente, sino que pueden mantener relaciones simbióticas con las fuerzas estatales en medio de conflictos armados, participando en enfrentamientos violentos en áreas urbanas de todo el mundo.
A la luz de esta creciente amenaza de la tecnología de drones al crimen organizado, el ejército estadounidense está aumentando sus esfuerzos para asegurar su espacio aéreo, especialmente a lo largo de la frontera sur. El general de la Fuerza Aérea Gregory M. Guillot informó a los legisladores que cada mes se producen más de 1.000 intrusiones de drones a través de la frontera entre Estados Unidos y México. El presidente del Comité de Inteligencia del Senado, Tom Cotton, ha enfatizado que estas incursiones con drones plantean un desafío “serio y creciente”.
Para contrarrestar estas amenazas, NORTHCOM ha establecido un equipo de respuesta rápida armado con un kit antidrones que puede desplegarse inmediatamente para defender instalaciones militares en todo el país. Además, el Comando de Operaciones Especiales de EE. UU. ha pedido a los contratistas que proporcionen formación sobre el uso de drones FPV. En un esfuerzo por mejorar la seguridad fronteriza, el fabricante Draganfly presentará su innovador dron Outrider en una próxima cumbre de seguridad fronteriza en Arizona, con el objetivo de aumentar las capacidades de patrulla fronteriza y la vigilancia de áreas remotas que se sabe que son explotadas por los cárteles.



